lunes, 22 de diciembre de 2008

La Fania Rosa


Fania, de hecho, a duras penas se mantiene en la pelea radial durante esta etapa con la Orquesta Inmensidad, ahora sin Roberto Blades, a quienes la radio les tocó sin problemas temas como "Inocente Pobre Amigo (Te Pareces Tanto a Mi)" (el otro palo grande del grupo) y "Vieras Cuántas Ganas Tengo."

Sin embargo, a éstos se les acaban las balas entrada la década del '90: una reunión del líder Gallimore con su ex-vocalista Blades donde se recurrió a veteranos músicos de Nueva York (Sal Cuevas, Jimmy Delgado, Bomberito Zarzuela y Puchi Boulong, entre otros virtuosos) para reproducir el sonido de la orquesta (posiblemente inexistente ya para ese entonces) en el disco "Déjala Que Suene" ya daba muestras de agotamiento. Y el repetir de nuevo, aunque fuera como parte de un medley, los temas "Lágrimas" y "Lo Siento Mi Amor" no era una buena señal.

Pero Fania goza de un leve respiro radial cuando en 1988 la radio le da una recepción un tanto fría, pero recepción de todos modos, a los sencillos "Bamboleo" y "Quiero Saber" de la Fania All-Stars (del disco "Bamboleo" donde casi le amarran las manos a los músicos para hacer del disco uno "comercial") y al año siguiente Willie Colón sorprende con un éxito de enormes proporciones (y el último gran hit que le conocemos en Puerto Rico): "El Gran Varón," del disco "Top Secrets," donde Willie coquetea con la nueva onda en temas como "Primera Noche de Amor" y "Cuando Fuiste Mujer," acompañado por un nuevo grupo que él bautizó como los Legal Aliens y donde coinciden varios de los más cotizados de ahora, como Marc Quiñones, Bobby Allende, Bobby Franceschini y Marcus Persiani.

A Palmieri, por otro lado, le tiene sin cuidado la salsa erótica (aunque no desaprovecha oportunidad alguna para atacarla inmisericordemente) y se refugia a puerto seguro en el jazz latino, donde no tiene que sacrificar tiempo y espacio para que su piano y sus músicos se expresen.

Pacheco eventualmente abandona el estudio como figura principal, toda vez que sus últimos trabajos para Fania pasaron sin pena ni gloria, pero su Tumbao Añejo se mantiene activo en Nueva York.

Rubén Blades, por otra parte, también se muestra indiferente ante la nueva onda y sigue grabando la música que le da la gana junto a sus 6 Del Solar, independientemente de que a la radio le guste o no.

Irónicamente, una vez entra al establo de Sony (la antigua CBS), éstos le respetan su estilo y forma de trabajar, permitiéndole grabar sin mayores restricciones. Ese trato preferencial no lo recibe ningún otro artista del sello, ni tan siquiera Willie Colón o Gilberto Santa Rosa.

Otros músicos que, con más desgano que resignación, tuvieron que abordar lo erótico y romántico para sobrevivir bajo el nuevo formato lo fueron El Gran Combo a partir de su disco "Amame" y Ray Barretto con su extraño disco "Irresistible" (extraño para los que obviamente le conocemos discos harto mejores).

Otros veteranos intentaron sobrevivir en la nueva onda, pero con resultados tan desastrosos o peores que los de Oscar D'Leon y Marvin Santiago, como el caso del virtuoso Justo Betancourt, a quien nunca le cuajaron las guarachitas eroticonas que le tocó grabar en su disco "Regresar" (luego re-lanzado como "El Bravo De Siempre"), y el caso del decano de los Santiagos en la salsa, Adalberto Santiago, cuando graba uno de esos discos que posiblemente ni él mismo recomienda: "Hay Algo En Ella..." Otros, como Ismael Miranda, simplemente se hicieron a un lado mientras la salsa tocaba fondo (Miranda en este período abraza temporeramente el movimiento Adventista, al cual pertenece su entonces esposa Lorraine, dedicándose a grabar discos de Navidad como el imprescindible "Versos De Nuestra Cultura" junto a José Nogueras y otros de corte netamente religioso).

En 1987, Ralph Mercado crea su propio sello disquero, RMM. Mercado, veterano empresario neoyorquino de origen dominicano, realiza su sueño luego de años consolidándose en el mercado como el principal promotor de artistas y conciertos de salsa en Nueva York (su asociación con Jerry Masucci durante la época de oro de Fania fue una movida clave; de hecho Mercado manejaba a la mayoría de sus artistas).

Con el sello Fania en abierta crisis y perdiendo uno por uno a sus artistas franquicia, Mercado bien pudo haberlos contratado a éstos, pero, zorro viejo y listo al fin, opta por una salida más provechosa: siguiendo más o menos la pauta de Johnny Pacheco en los primeros años de Fania, Mercado empieza a buscar talentos realengos, en especial cantantes no tan conocidos (mientras menos experiencia, mejor... así podía firmarlos por cantidades harto menores a las que hubiese tenido que pagar por talento ya establecido como un Barretto, Colón o un Harlow). La búsqueda también incluye a cantantes que no eran solistas en ese entonces.

Es así como entran a la trama figuras como José Alberto "El Canario" (el primer artista en firmar con RMM y quien ya tenía varios intentos como solista, aunque con resultados modestos), Tony Vega (quien luego de una breve estancia en Nueva York con Palmieri y Louie Ramírez regresaba a Puerto Rico con Willie Rosario, aunque ya no en el rol de cantante estrella), Tito Nieves (la voz de siempre del Conjunto Clásico en su época de oro), Johnny Rivera (veterano de la escena neoyorquina quien cobra notoriedad al sustituir a Nieves en el Clásico, pegando con ellos el tema "Al Cristo de Los Milagros") y Domingo Quiñones (el último de los cantantes estrella de Luis "Perico" Ortiz antes de que éste rompiera la orquesta a finales de la década).

Años más tarde, Mercado recoge en su catálogo a viejos amigos de la era de oro de Fania, como Celia Cruz, Cheo Feliciano e Ismael Miranda. Mientras, por otro lado, experimenta con jóvenes cuya experiencia en la salsa era nula, pero tenían cierta notoriedad en otros mercados, como el "freestyle" (lo que otros llaman el "technomusic"). Por esta puerta entran a la trama la India y Marc Anthony. Para controlar la nave desde el punto de vista musical, Mercado confía en un veterano pero entonces poco conocido pianista de nombre Sergio George, quien se encarga de crearle un sonido particular a la mayoría de estos nuevos solistas.

Subanse Al TRen

Es aquí ahora donde TH-Rodven, en una arriesgada y "afrentada" movida a lo Jerry Masucci, apresura su propia muerte cuando obliga a todos los salseros en su catálogo a subirse al trencito erótico, grabando en Puerto Rico con su batería de compositores (Cheín Garcia, Pedro Azael y otros que ahora componían básicamente baladas neuróticas en clave de salsa), y con su piña de músicos (virtuosos como Chago Martínez, Jimmy Morales, Cuto Soto, Tommy Villarini y otros, enfrentándose ahora a unos arreglos tan simplones que un percusionista como Giovanni Hidalgo los puede tocar con una sola mano mientras con la otra mano libre puede desde afeitarse hasta firmar cheques y autógrafos... y Giovanni es zurdo).

En algunos casos, funcionó de maravillas, como en el del veterano Lalo Rodríguez, el mismo que debutó con los leones de Palmieri en "Sun Of Latin Music" y luego pasó por Machito, Olivencia y la Puerto Rico All-Stars (y hasta una auténtica sinfónica plenera en su clásico homenaje a Cortijo "El Niño, El Hombre, El Soñador y El Loco"), quien recién se incorporaba al sello y regresaba por lo suyo con el epiléptico "Devórame Otra Vez," sencillo del disco "Un Nuevo Despertar," disco que le abrió las puertas inclusive al mercado europeo; y casos como el de la orquesta La Solución (mientras Anthony Martínez fue su cantante principal) y los novatos David Pabón ("Aquel Viejo Motel") y la Milagros ("Como Una Loba").

En otros casos, el trago fue aceptable, como el de veteranos como Andy Montañez cuando le toca grabar "Me Gusta," Paquito Guzmán, a quien las letras atrevidas y dramáticas siempre le llamaron la atención (y a su favor estaban en su resume boleros de escándalo como "Sin Compromiso," Matrimonio Para Qué," "Aunque Te Cases De Blanco" y aquel otro que decía "ya tu vez como se puede amar a dos mujeres a la vez... y no estar loco"), y Tommy Olivencia, ahora con Hector Tricoche como cantante principal, quien le brinda a Olivencia uno de los éxitos más sonados en esta etapa: "Lobo Domesticado."

Tricoche eventualmente monta lo suyo aparte y también graba como solista con TH, con relativo éxito. Tricoche actualmente reside en Nueva York.

Pero en otros casos, como el de Oscar D'Leon y Marvin Santiago, la movida fue forzada y poco menos que desastrosa. Santiago, uno de los soneros más explosivos y espectaculares que ha dado el género, cava su propia tumba en esta nueva onda cuando graba el horrendo disco "Bregando Con Lo Mejor," mientras Oscar eventualmente se enfrasca en agrias desavenencias con la disquera, especialmente cuando por sus calzones y con el derecho que le daba su propio resume discográfico bajo TH, decide grabar su disco "Auténtico" en Venezuela con sus propios músicos y no con la batería boricua que le imponía la gerencia de la disquera (con la cual el estilo de Oscar nunca cuajó).

Irónicamente, la carrera de D'León estaba en precaria hasta que graba este disco, el último del contrato, donde pega en grande el tema "Detalles." Pero ya para este entonces era tarde para reconciliaciones y D'León se marcha del sello.

Para colmo de males, los caballos de pelea del sello, Frankie Ruiz, Lalo Rodríguez y Eddie Santiago, se ven en aprietos. Ruiz cae en desgracia cuando para su tercer disco como solista entra a las sesiones con su garganta hecha un fiasco (resultado de su peligrosamente creciente adicción a la heroína), lo cual resultó en el pobrísimo disco "En Vivo y A Todo Color," donde tuvieron que recurrir a temas que se habían descartado previamente de los dos discos anteriores para redondear el repertorio, mientras en los pocos temas nuevos que se publicaron encontramos a un Frankie Ruiz afónico por demás.

Y una presentación televisiva que hizo en Puerto Rico ("Noche De Gala") como parte de la celebración del aniversario de Johnny Ventura, donde Ruiz se presentó sin voz, exageradamente delgado y en pésimas condiciones ("y sin ensayo ni ná......!!!"), terminó de aclarar todas nuestras dudas.

Luego de un período en cárcel, Ruiz vuelve por lo suyo, recobrando su fuerza vocal. Pero ahora regresa en momentos en que el mercado está harto saturado, por lo que el camino de regreso no fue tan fácil, amén de las trabas que se auto impuso él mismo con el errático comportamiento que lamentablemente adquirió una vez tropezó con la fama (y que eventualmente lo llevó a la tumba antes de tiempo).

Mientras que a Eddie Santiago le llueven las críticas por la portada de su tercer disco, "Invasión A La Privacidad," la cual dejaba poco a la imaginación (a pesar de esto, el disco tuvo sus ventas). Sin embargo, como veremos luego, una vez las multinacionales (CBS-Sony, EMI, WEA...) empiezan a interesarse en el bizcocho y a parir príncipes de la noche a la mañana, la saturación del mercado termina llevándose de por medio a quien hasta entonces era el principal instigador de lo erótico en la salsa.

Lalo, por otro lado, se pasa de la raya con el tema "Amame" de su segundo disco con el sello: "Sexacional" (la letra del tema en sí no es el problema, lo que sí le causó muchos dolores de cabeza y rendir muchas excusas innecesarias tanto a Lalo como a la disquera lo fue la introducción del tema, donde cierto verbo que es sinónimo de "fornicar" y a su vez rima con éste es utilizado de una manera muy original... y el título del disco no lo ayudó mucho tampoco en su defensa), lo cual le preparó el terreno para una caída inmerecida, acentuada de manera más dramática aún cuando Rodríguez cae víctima de las tentaciones de la fama y sucumbe igual que Ruiz.

A todo esto, el Conjunto Chaney, ahora grabando para el hoy difunto sello independiente Hittmakers, propiedad de Alex Masucci y Tony Conga, daban el palo más grande de su carrera en 1988 con el disco "Más Que Atrevidos," con los nuevos cantantes Tony Rojas y Cheito Andujar al frente. Aquí temas como "Esto Es Amor," "Me Muero de Ganas" y muy especialmente "Amigos" (letra original de Juan Luis Guerra) consagraron definitivamente al grupo, que de esta forma se sobreponía a la salida de los cantantes que lo pusieron en el mapa: Eddie Santiago y Willie Gonzalez. A partir de "Amigos," Guerra no tarda en convertirse en la principal fuente de temas nuevos del conjunto.

Chaney sigue activo de todos modos... y sigue en la pelea, ahora de nuevo con un reestablecido Andujar en el elenco (Tony Rojas se quitó del trencito y ahora se le puede escuchar armado hasta los dientes con los tambores del grupo Atabal).

En cuanto a Willie Gonzalez, con él prácticamente comienzan las pruebas de mercadeo a nivel de la salsa: justo cuando Eddie Santiago se apresta a lanzar su segundo disco, Musical Productions (MP), la entonces novel disquera con sede en Puerto Rico fundada por Tony Moreno tras abandonar el barco de TH-Rodven, decide tirar a González con el sencillo "En La Intimidad" ("Nadie Sabrá Que Tu Eres Mía"), pero sin anunciar a González como el cantante, para ver la reacción del público.

Para hacer la cosa más difícil, a González le arman una banda de estudio cuyo sonido, a base de tres trombones, es idéntico al de Santiago, amén de que como ya sabemos ambos cantaban en el mismo estilo y sus timbres eran similares (aunque González manejaba la voz mejor que Santiago, quien en ocasiones casi literalmente recurría a gritar para llegar a los tonos agudos... Santiago ha madurado mucho vocalmente desde entonces).

El resultado no podía ser otro: González gustó a la audiencia que ya había adoptado el estilo de Eddie Santiago y por ahí mismo se acomodó con un disco harto comercial, irónicamente (y hasta sarcásticamente, si lo quieren ver de esa forma) titulado "El Original y Único..." De este disco también hacen su agosto los temas "Quiero Morir En Tu Piel," "Hazme Olvidarla" y la balada fusilada "No Podrás Escapar De Mí." Sin embargo, el descenso de González en popularidad fue tan rápido como su ascenso... Todavía se mantiene activo, luego de un breve retiro.

Mientras, la radio ahora estrenaba un formato mecanizado, lo cual ayudó a su modo a crear la crisis creativa que empieza a arropar la salsa cuando las movidas romántica y erótica, en su momento propuestas frescas y que, no podemos negarlo, revitalizaron la salsa, empiezan a tornarse monótonas y repetitivas.

Para colmo de males, aquellos artistas que defendiendo su sonido tradicional y bajo principios de índole moral se resistían a subir al trencito erótico (Palmieri, Pacheco, Ismael Miranda, Rubén Blades, Papo Lucca como director musical de la Sonora Ponceña y Willie Rosario, quien ahora grababa para Bronco Records y ya no tenía nada que ver con TH-Rodven), ahora la radio los ignoraba descaradamente a menos que grabaran contenido a tono con la modita erótica (o romántica, en su defecto) y las restricciones de tiempo y espacio que ahora ejercían.

Nada de solos, nada de descargas, y mientras menos intervenciones instrumentales, mejor... A Rosario le esperan tiempos difíciles, no solo ante la onda erótica, sino también ante el hecho de que el bandón que tenía en 1986 se disuelve: ambos cantantes, Tony Vega y Gilberto Santa Rosa, se van... y Santa Rosa se lleva consigo a la sección rítmica (el conguero Jimmy Morales, el bongocero Tito Echevarría) y al corista Mario Viera.

Por lo que, aunque rehizo su orquesta en tiempo record con músicos y cantantes de igual excelencia como Josué Rosado y el veteranísimo Pupy Cantor (ex miembro del Conjunto Libre de Manny Oquendo, quien se suma a la banda antes de la deserción de Vega y Santa Rosa), para grabar su excelente disco "A Man Of Music," a partir de su disco "The Salsa Legend" no le quedó más remedio que treparse al trencito para sobrevivir, pero sin sacrificar el sonido o el afinque tradicional de su orquesta.

O lo que es lo mismo: me subo al tren, chévere, pero este vagón es mío y la madre del que se meta aquí sin mi autorización... ¿Y quién le puede refutar ese derecho a Mr. Afinque, un maestro cuya imagen, a sus setenta y pico de años recién cumplidos todavía intimida e impone respeto? Aunque ya había logrado relativo éxito cuando graba en salsa el tema "Físico," balada original de Glenn Monroig, en el disco "Unique" (disco donde celebraba el 30 Aniversario de su orquesta), su página definitiva en la onda "romántica" se da cuando graba el tema "Anuncio Clasificado (Dámelo)" en el disco "Viva Rosario" de principios de los 90's para el mismo sello Bronco de Bobby Valentin.

De hecho, fue Willie Rosario quien concibió el término salsa monga para referirse a la salsa que se gestaba ahora a tono con lo que dictaba la radio salsera de la noche a la mañana.

A la Sonora Ponceña le toca un destino peor, cuando, con la excepción del tema "Canción (De Qué Callada Manera)," la cual estampan en el disco "Back To Work" de 1987, sus últimos trabajos para el sello Inca (del consorcio Fania) pasan desapercibidos y bajo la peor indiferencia de parte de la radio.

En Resumen...

Para muchos de estos chamaquitos que, a lo Cristóbal Colón, ahora "descubrían" algo que ya existía desde mucho antes que ellos tuvieran uso de razón, Jerry Rivera fue su introducción formal a la salsa. Y hasta ahí su importancia, para efectos de este género. Claro, el efecto payola en mercados importantes como Puerto Rico y las ciudades con mayor presencia latina en Estados Unidos (NY, Miami, Chicago, Orlando, San Francisco) hacen que otras orquestas realmente talentosas que surgen dirigidas hacia este mercado, como los venezolanos de la Adolescentes Orquesta, pasen desapercibidas.


De estos muchachos haber tenido la difusión que merecían, atrocidades como los Salsa Kids y Servando & Florentino jamás hubieran sido posibles. Y probablemente los hermanos de Jerry Rivera se hubieran dedicado a otra cosa que no fuera la música, por el bien del género salsero.
En esa misma onda de "mamitos" (¿se acuerdan de aquel viejo tema de los Dandys?) aparece el cubano Rey Ruiz, otro de los experimentos que lanza Sony en los 90's. Se dice que antes de llegar a Miami vía "la Gran Regata de Mariel" en los 80's ya tenía cierta experiencia como cantante detrás de la Cortina de Caña, pero nunca se confirmó esto con pruebas.


Contrario al caso de Jerry, sin embargo, este otro Ruiz sí tiene buena voz y sabe proyectarla bien, mas tiene lo suyo en el soneo. Pero Sony, lejos de explotar el potencial en su voz, concentra su campaña en su físico y le crean un repertorio convencional, según los estándares que ya dictaba la industria entonces.


Surge entonces el disco donde debuta en 1992, el cual lleva como título su propio nombre. Temas como "No Me Acostumbro," "Si Me Das Un Beso" y "Amiga" encuentran cabida en la radio y la audiencia femenina acoge al cubano cálidamente, convirtiéndolo en moda. Pero, al igual que el caso de Johnny Rivera en RMM, a Ruiz se le acaba la gasolina antes de lo usual cuando el mismo "montunito llorón" al cual lo encasillan desde el arranque empieza a sonar odioso.


Todavía quedaba algo de frescura en "Mi Media Mitad," de 1994 y disco que le mereció a Ruiz la difícil encomienda de ser el acto de apertura del reencuentro de la Fania All-Stars ese mismo año, prueba de la que salió relativamente airoso ante un público exigente y que conoce de la buena salsa, no el tradicional Top 40 que acoge todo lo que le payoleen en radio.


En Puerto Rico un caso similar al de Rey Ruiz se da con Víctor Manuelle. Apadrinado por Gilberto Santa Rosa, quien una vez lo trepó a la tarima a fajarse con él y luego lo escucha sonear con la banda de Don Perignón (Pedro Cortijo Morales, ex director musical de Andy Montañez y genio creador de la Orq. Puertorriqueña), llega a Sony de la mano de éste.


Con los dos primeros discos, "Justo A Tiempo" (1993) y "Solo Contigo" (1994) no pasa mucho. A Víctor le dan el mismo tratamiento que a Rey Ruiz y lo encajonan en el montunito llorón de siempre. Pero para el tercer disco, "Víctor Manuelle" (1996), Sony le encomienda el proyecto a Sergio George, quien ahora es independiente y no está atado a RMM. Sergio descubre el potencial de Víctor en el soneo y decide explotarlo, dando con la fórmula ganadora. En esta grabación solo acompaña a Víctor el timbalero Chago Martínez (el mismo de las sesiones de TH-Rodven), quien ahora toca en carácter de exclusividad con él y es su director musical, mientras Sergio redondea el equipo con su propia tribu: Marc Quiñones, Luisito Quintero, Johnny Rivera, Huey Dunbar y Rubén Rodríguez, entre otros.


De este tercer disco, todavía el mejor de Víctor en su carrera y por amplio margen, pegan casi todos los temas, especialmente "Como Una Estrella," "Pensamiento Y Palabra" (original de Wilkins), "Volverás" y "Hay Que Poner El Alma." Irónicamente, el mejor tema del disco, salsosamente hablando, es precisamente el único que jamás pasó por la radio: "Ahora Me Toca A Mí," rabiosa descarga donde un retador Víctor Manuelle demuestra que tiene cría y que no es meramente otro cara bonita más (aquí un invitado Jimmy Bosch suelta su trombón furioso mientras el equipo rítmico de George se destaca a sus anchas). Pero esta feliz experiencia no se repite del todo.


La impresión que da la manera en que se mueve el mercado salsero en estos momentos, es la siguiente: la industria (entiéndase por esto las disqueras y los que allí mandan y van) y la masa salsera van por caminos opuestos.


El éxito en taquilla de los recientes duelos de soneros (como el primero entre Cano Estremera y Domingo Quiñones), re-encuentros salseros y aniversarios de orquestas como la Sonora Ponceña, Bobby Valentin, La Mulenze y Willie Rosario, así como eventos como el ya tradicional Día Nacional De La Salsa en Puerto Rico (que se celebra todos los tercer domingos de Marzo) dan la esperanzadora impresión de que el salsero promedio quiere y exige que la salsa vuelva a sus raíces (sin que esto implique necesariamente volver a los 70's literalmente, sino rescatar ese sabor que en ese entonces era obligado y se ha ido perdiendo).


El hecho de que países como Colombia hayan mantenido la salsa bailable en el nivel de calidad que exige el salsero de la mata, gracias a personalidades como Diego Galé, Alfredo de La Fe y Jairo y su Grupo Niche (aunque por razones no muy claras su música rara vez se escuche de este otro lado del caribe), también contribuyen a un nivel de sobrada importancia.


Pero la industria ya lleva demasiado tiempo como con la sartén agarrada por el mango como para quererla soltar ahora, así que ellos allá siguen pariendo salsa monga (y obligando a varios de los mejores exponentes del género a seguir esa línea para sobrevivir) y siguen creando caras bonitas o, en el peor de los casos, clones descarados del artista que más vende (en estos momentos, Marc Anthony).


El problema es que, mientras esos otros discos se sigan vendiendo, aunque sea entre la masa Top 40 payolera y no entre los salseros de verdad, la industria y la salsa, así a secas, seguirán por caminos paralelos.


De cualquier forma, la salsa no morirá pese a la globalización y a las tendencias capitalistas de imponer ritmos desechables y de modas pasajeras, hay público para todos los gustos, unos vieja guardia o clásicos y otros modernos o de vanguardia. Habrá gente que considere que lo mejor de la salsa fue la época dorada de los sesentas y setentas es decir la salsa dura, otros sostienen que como todo arte debe evolucionar con nuevas propuestas, sonoridades, temáticas etc.


Sin más, pues, queda de nosotros los salseros de todos los días hacer la diferencia en nuestro género, apoyando lo que de verdad merece apoyo y repudiando aquello que no vale, aunque tenga mil padrinos detrás. Despierta, camarón, que la corriente te lleva, como dijo "Perico." Aprende a reconocer al bacalao aunque venga disfraza'o, como dijo Colón...


Y como dice Harlow en ese español goleta tan característico de él (y que los buenos salseros hemos aprendido a traducir): ¡Que viva la música nuestra!

Salsa De Escritorio

El año es 1990. Y la salsa como la conocíamos, luego de un necesario respiro económico que la vitaliza en 1986 con el éxito de figuras como Frankie Ruiz, Eddie Santiago y Lalo Rodríguez cuando explotan el erotismo en las líricas, viene de nuevo de capa caída, precisamente por el estancamiento veloz al que la conduce irónicamente esta misma variante erótica. Ahora si no hablabas en tus canciones de cosas como sábanas mojadas, "no te quites la ropa que quiero hacerlo yo," "sedúceme," " hagámoslo de nuevo" o las mil y una variantes posibles para recordar ese bendito día en que la hiciste perder la virginidad, la radio sencillamente cogía tu "demo tape" y te lo echaba al zafacón.


Atrás quedaban de repente los tiempos en que te podías disfrutar sin complejos un buen solo de timbal de Endel Dueño (el correcaminos salsero), un trombón furioso a lo Barry Rogers, Reynaldo Jorge o Willie Colón, una trompeta jugando en la estratosfera como la del panameño Víctor Paz (o la voz del mismísimo Lalo Rodríguez elevándose a igual altura en temas como "Mi Ritmo Llegó," "Un Día Bonito" o "Semilla de Cultura"), o alardes como los cortes al unísono de Barretto con Orestes Vilató o el solo con dos bongoes de Roberto Roena en "Traición." Ahora todo giraba en función de la cama, "perderme en tu cuerpo" y "a él le falta lo que yo tengo de más..."


Lo irónico de todo este episodio es que el giro hacia la salsa romántica lo que buscaba era conectar con la audiencia femenina, a quien por lo general no le importaba mucho la música después que se dejara bailar, pero no le hacía gracia el que se denigrara a la mujer en algunas de sus letras.


Hay un gran trecho entre la salsa erótica y letras que se trabajaban en los 70's, donde se iba desde pontificar el viejo adagio machista de "el hombre en la calle y la mujer en la casa" como en los casos de "Tu No Haces Nada" de Bobby Valentin y Marvin Santiago (del clásico en vivo "Bobby Va a la Cárcel, Vol. 2" de 1975) y "Las Mujeres Son" de Ismael Miranda con Larry Harlow (del disco "Oportunidad" del '71), hasta, y esto lamentablemente es un hecho, temas donde en algunos versos se justifica el abuso físico, como en "Si Te Cojo" de Ismael Rivera ("De Todas Maneras Rosas," 1977) y "Bandolera" de Hector Lavoe ("Comedia," 1978). Pero seamos honestos: pasar de ser esclava de los quehaceres del hogar a ser un mero objeto o juguete sexual no es necesariamente un paso de avance... Las letras en la salsa evolucionaron de la postura machista de los 60's y 70's, pero muchas féminas que en un momento abrazaban plenamente la salsa en su nueva modalidad vuelven a despedirse cuando descubren que mucho de lo romántico comienza a desembocar en lo abiertamente sexista.


Y mientras ahora en la salsa prácticamente todo el mundo ya se estaba revolcando en la cama, tiznando las sábanas que alguna vez fueron blancas y reventando los box springs y mattresses, un "jabao" puertorriqueño llega tarde a la orgía y se planta con sus rosas y su caja de chocolates en el balcón gritando "perdóname...:"


«Pido la paz para esta guerra. Quisiera deponer mis armas. Parar con esta hostilidad que no conduce a nada. Te propongo una tregua...
Hago un llamado a tu conciencia; la mía ya me está matando. Quien te está hablando se rindió, perdió todas sus fuerzas... y hoy viene a suplicarte y a pedir perdón. Perdóname... no me hagas llorar. No sé cómo hablar. Perdóname... ¿qué tengo que hacer? Si quieres me rindo a tus pies...»


El timing de Gilberto Santa Rosa a la hora de grabar este tema no podía ser mejor: si bien Gilberto siempre se mantuvo lo más fiel posible en este tiempo a la onda romántica sin caer en lo sexual, el impacto del sencillo "Perdóname" fue una suerte de baño de agua fría para el género cuando todo ese sexo desenfrenado (o en su defecto tanta masturbación a causa de las Playboys) ya empezaba a dormirlo.


La fórmula fue un éxito y el disco arrasó. Al punto que en adelante lo apodan El Caballero de La Salsa. La misma fórmula se repite con iguales resultados en "Perspectiva," el disco que le sigue ('91), del cual se escuchan "Conciencia," "Vino Tinto" y "Amor Mío No Te Vayas."


D'Castro está ahora en una posición visible y TH-Rodven, sello que ahora empieza a verse en aprietos cuando a Eddie Santiago se le acaba el perfume, le hace una propuesta para grabarlo como solista. Luego de un aparentemente serio desacuerdo con Santa Rosa, abandona la orquesta y aprovecha la oferta de TH-Rodven, grabando el disco "Solo," donde sigue un estilo y sonido similar al de su ex-patrono y fue un éxito de ventas.


Luego de hacerse de un nombre por cuenta propia y varios discos con relativo éxito, lo inesperado ocurre: un encuentro con su ídolo de antaño Bobby Cruz en un Día Nacional de La Salsa (donde ambos cantarían a dúo el clásico "Agúzate") marca un punto donde no hay marcha atrás y D'Castro abraza el Pentecostalismo. Su disco "Un Tenor Para El Cielo" (1997) refleja el cambio de planes con temas como "Corre Amigo Mío," "Jesús Pasando" y el tema que da título al disco, aunque no pasa desapercibido para la masa salsera secular gracias al contagioso tema "Te Fuiste" (popularizado primero en la Cuba castrista por Manolín el Médico de la Salsa).


Volvamos a Santa Rosa. En el '92 decide tomarse un paréntesis y aprovechar su popularidad para hacer realidad un sueño de siempre: Realizar un disco en homenaje a uno de sus héroes: Tito Rodríguez.


En Gilberto, la atracción por la figura y obra del mítico cantante y director de orquesta fallecido en 1973 va más allá de la simple idolatría: compra los derechos de las cintas originales de su afamado programa de televisión de los años 60's y conserva varias de sus piezas de ropa en su colección personal (y tiene planes de comprar lo que fue su casa en Puerto Rico y habilitarla como un museo).


Así las cosas, Santa Rosa regresa a la programación regular en "Nace Aquí," del cual se promocionan los temas "Sin Voluntad," "Qué Manera de Quererte" (en Miami este tema lo fusiló la cubana Albita) y "Me Volvieron A Hablar De Ella." (A partir de este disco, Gilberto empieza a aparecer solo en las carátulas y no con sus músicos.) Pero de ahí en adelante Gilberto vuelve a experimentar, esta vez añadiendo una sección de cuerdas a "De Cara Al Viento" (1994), el cual Sony movió con las muelas de atrás, como decimos en Borinquen. Le sigue un disco grabado en vivo en el prestigioso Carnegie Hall de Nueva York ('95) que a su vez sirvió como un greatest hits para efectos de la disquera y se movió bastante bien.


Para que Gilberto se "reconcilie" con el público habrá que esperar a 1999, cuando por fin se da ese hit que le sirva como excusa para sacar a "Perdóname" de su rotación de temas de concierto: "Que Alguien Me Diga," estampado en el disco "Expresión," el cual le vale una nominación a los recién creados "Grammy Latinos."


Mientras Gilberto, como vimos, se alejaba paulatinamente del elemento pueblo dentro de la salsa y, tras deshacer su orquesta, se adentra cada vez más en el pop, otro salsero que al igual que él empezó a desarrollarse en los 70's empieza a dejarse sentir. Tito Rojas, para finales de los 80's todavía cantante de la Puerto Rican Power, empezaba a ganar popularidad nuevamente con temas como "Quiéreme Tal Como Soy," "Noche De Bodas," "Solo Con Un Beso" y "Amar No Se Puede Apurar."


En 1990 decide volver a probar suerte como solista, grabando el disco "Sensual" para MP Records. El disco arrasó gracias a temas como "Doble," "Me Voy O Me Quedo," "Ella Se Hizo Deseo," "Siempre Seré" y "Tormenta De Amor." Por fin, luego de casi dos décadas completas "moliendo vidrio con el pecho," Rojas saborea el éxito por cuenta propia. Repite la dosis en su segundo disco con MP, "Tito Rojas" (1992), con temas como "Condéname A Tu Amor," "Señora," "Porque Este Amor" y "A Ti Volveré." Integra de nuevo el elemento pueblerino que caracterizó en mejores años a la salsa a través del pegajoso tema "Nadie Es Eterno." El Gallo Salsero anda suelto de nuevo.


En 1995, y buscando darle un respiro en Puerto Rico a la carrera de Tito Gómez (veterano de orquestas como Ray Barretto y la Sonora Ponceña, de la cual casi es miembro fundador; para ese entonces ya radica en Colombia, donde formó parte del prestigioso Grupo Niche), MP decide unir a éste a dúo con su tocayo Rojas.
Surge el disco "Recogiendo Frutos" de Gómez, el cual se vende bien en Puerto Rico gracias al tema "Déjala," cantado por ambos, y la osadía de Rojas en plasmar para la posteridad en ese mismo tema la otrora impublicable frase "Dale Pa' Bajo.


A partir de este tema, Rojas mantiene a sus oyentes a la expectativa con cada disco nuevo que saca, a ver con que frase nueva llega. Un elemento original que, hasta ahora, le ha funcionado a las mil maravillas.


RMM comienza a consolidarse como sello discográfico en Nueva York con las buenas ventas que le producen sus primeros discos con Tito Nieves ("The Classic," con el hit "Sonámbulo," y "Yo Quiero Cantar," donde estrena el prácticamente natimuerto experimento de salsa in English con "I'll Always Love You"), Johnny Rivera ("Y Ahora de Verdad," de 1990 y con el éxito "Necesito Una Amiga"), Domingo Quiñones ("Domingo Es Mi Nombre," con el hit "Escalofrío") y José Alberto "El Canario" (quien en sus primeros discos mantiene la línea de las baladas fusiladas que ya había estrenado con el Noche Caliente, aunque comienza a cobrar interés cuando graba el sabroso tema "Discúlpeme Señora" en el disco "Llegó La Hora" de 1992).


Buscando ahora hacer su entrada en Puerto Rico, RMM presenta en plan de solista a Tony Vega con el disco "Lo Mío Es Amor" (1990), el cual tuvo una respuesta aceptable.


Pero no a todo el mundo le aplica aquello de "lo que vende bien no se cambia" por tanto tiempo. La fórmula que Sergio George le recetó a Johnny Rivera en "Y Ahora de Verdad" funcionó de maravillas en los siguientes dos discos, "Encuentro Casual" (1992) y "Cuando Parará La Lluvia" (1993, este último ahora con Humberto Ramírez sustituyendo a George como productor y director musical).
A José Alberto "El Canario" no siempre le cuajó lo romántico (discos como "Sueño Contigo," "Dance With Me" y "Mis Amores" pasaron con más pena que gloria), por lo que Sergio George supo sacarlo del bote a tiempo creándole un sonido más agresivo en "Llegó La Hora," álbum que el propio José Alberto co-produce.


A partir de ahí El Canario de Santo Domingo nada entre ambas aguas (lo romántico y lo bailable) tratando de armonizar los dos mundos con su maña y veteranía, aunque la onda romántica le sigue sonando forzada en la mayoría de sus discos. Tito Nieves corre mucha mejor suerte en ese empeño, aplicándole George la misma fórmula, aunque sin el saxofón barítono. La otrora voz fundadora del Conjunto Clásico se abre paso como solista con éxitos como "Sonámbulo," "De Mí Enamórate," "Manía," "Lo Que Son Las Cosas," "Amores Como Tú" y "No Me Vuelvo A Enamorar." Ante el éxito inesperado de Nieves cantando en inglés en "I'll Always Love You,". Pero el palo de Nieves se da casi por accidente cuando graba en 1997 el sencillo "I Like It Like That" (el mismo que pegara su creador Pete Rodríguez (el pianista, no lo confundan con El Conde) en la era del boogaloo de los 60's) con un grupo en la onda freestyle que se hace llamar los Latin All-Stars. RMM, aprovechando que Nieves está bajo contrato, se apodera del sencillo y otros temas, incluyéndolos en un disco titulado "I Like It Like That." Para cuadrar el disco, RMM lo redondea reciclando varios de los temas que ya grabara Nieves anteriormente en la onda del English sauce

Los Nuevos Galanes

El impacto de RMM como sello discográfico, empero, no se hace sentir hasta entrada la década de los 90's, cuando entran a escena la mayoría de los artistas mencionados en este párrafo y otros como Van Lester y el propio Ray De La Paz.
En los primeros años del sello, Mercado se asocia con la multinacional CBS (luego Sony Discos, a partir de los 90's), para efectos de distribución y mercadeo.


CBS, dicho sea de paso, se asoma al mercado salsero en tiempos en que la salsa explota a un nivel de ventas sin precedentes gracias a los experimentos eróticos de Eddie Santiago y Frankie Ruiz, los caballos de pelea de TH-Rodven y quienes para 1987 seguían siendo los bravos de la nueva película.


Estando su sede latina ubicada en Miami, no es de extrañar que el conejillo de indias escogido por CBS para probar el mercado salsero, el cual prueban por vez primera de manera directa (CBS en su versión latina se especializaba casi exclusivamente en el género de la balada, donde gozaban de un éxito relativamente cómodo), fuera un nativo de esa ciudad del estado de la Florida.
Y el escogido lo fue un nicaragüense con pinta de galán de nombre Luis Enrique Mejía, para efectos de mercadeo conocido a secas como Luis Enrique.


Enrique, a pesar de la pinta de actor de novelas, tenía lo suyo: era cantautor y dominaba varios instrumentos, entre ellos la guitarra y la percusión latina; de hecho, graba congas y bongó en casi todos sus discos.


Con su primer disco como solista, "Amor De Media Noche," grabado en Miami y donde en la portada ponían a Enrique a posar estilo "Miami Vice" (conocida serie policíaca que era un éxito televisivo en ese entonces), no pasó absolutamente nada. Por lo que los ejecutivos optan por una salida drástica: si la meca actual de la salsa está en Puerto Rico, pues allá lo vamos a acomodar.


Sus primeras presentaciones acá también gustaron: tenía una voz agradable y mejor dicción, proyectaba buen carisma y aunque definitivamente el soneo caribe no era su fuerte (y nunca lo fue), este defecto lo compensaba con sonoras descargas donde demostraba su habilidad en la conga, bongó y timbal.

El impacto positivo que tuvo fue tal que en la disquera deciden mercadearlo con el altisonante título de "el príncipe de la salsa" , aunque esto en abierta referencia más hacia su imagen y físico que hacia su conocimiento del género. Los temas "Desesperado," "Tu No Le Amas Le Temes," "Qué Será De Ti" y "Compréndelo" sonaban hasta la saciedad en la radio local, convirtiendo a este nuevo "príncipe" en un hueso duro de roer y competencia fuerte para Santiago y Ruiz.


Y el apoyo directo de una disquera potente y con muchos chavos para botar en promociones y uno que otro favor a determinados programadores radiales (busque el término payola en su diccionario), Luis Enrique no tenía nada que perder... o eso aparentaba entonces.


Para esa misma época, Tony Moreno, quien cesaba sus funciones en TH-Rodven, funda su propia disquera, Musical Productions. Y, en una movida similar a la de sus días en TH, se arma de su propia piña de músicos y arreglistas y nombra al veterano Julio "Gunda" Merced (trombonista, arreglista y lider de Salsa Fever y ex-miembro del Apollo Sound de Roberto Roena) como el encargado de artistas y repertorio (A&R).


Y, siguiendo el estilo de Mercado, comienza a llenar su catálogo con dos orquestas veteranas del ambiente salsero en Puerto Rico: el conguero Pedro Conga y su Orq. Internacional y el trompetista Luisito Ayala y la Puerto Rican Power. Pedro López, alias Pedro Conga, veterano de muchas batallas y quien en un momento fuera conguero de Justo Betancourt en el Borincuba, estrena el formato erótico con un disco que hizo su agosto en la radio: "No Te Quites La Ropa" (el primer sencillo, de igual título, lo graba también Luis Enrique en su primer disco, pero la versión de Pedro Conga no solo es más bailable, sino que salió primero al mercado también). De ese disco pegó en grande también el tema "Ladrona De Amor," donde el veterano conguero y su tribu demuestran a su estilo que la salsa romántica no necesariamente tiene que ser insípida y monga.


La Puerto Rican Power estrena el sello MP con el disco "Tres Mujeres." Para este entonces, otro veterano de la escena salsosa, Tito Rojas, era el cantante principal de la agrupación. Rojas debuta a principios de los 70's con Pedro Conga y luego coincide con éste y se pule en el Borincuba de Justo Betancourt, el cual hereda cuando un Justo amenazado de muerte por un notorio policía corrupto (hoy convicto) regresa por su propia seguridad a Nueva York en 1979 (Rojas entonces le cambia el nombre del grupo a "Tito Rojas y el Conjunto Borincano" ya que el único cubano en el elenco, Justo, empaca sus maletas).

Luisito Ayala le extiende la invitación a Rojas cuando el Borincano se desbanda. De este disco "Tres Mujeres," Puerto Rican Power pega el tema "Quiéreme Tal Como Soy," el éxito que pone a la banda en el mapa. Luego de un segundo disco con el sello ("Beso Por Beso," luego re-lanzado como "Puerto Rican Power, canta Tito Rojas"), Rojas entiende que ya es hora de intentarlo de nuevo como solista y sale de la orquesta para reorganizar la suya propia.


Anthony Cruz, ahora probando suerte como solista luego de unos buenos años entrenando junto a Primi Cruz en la escuela salsosa del fallecido maestro Mario Ortiz. Anthony se escuchó fuertísimo en la radio con el tema "No Le Temas A El," pero su parecido en timbre y estilo a Frankie Ruiz terminó siendo un factor en su contra, a pesar de tener sus propios quilates como sonero.


Regresemos al 1986 para repasar un punto que ya tocamos al principio. Ese año, la siempre poderosa orquesta de Mr. Afinque, Willie Rosario, sufre una de sus peores divisiones cuando abandonan la orquesta, como ya mencionáramos, sus dos cantantes Tony Vega y Gilberto Santa Rosa, este último llevándose consigo al cuadro rítmico de la orquesta y al tercer corista (Mario Viera).


Vega pasa a la orquesta de Eddie Palmieri, con quien graba en su disco "La Verdad (The Truth)," ganador del Grammy y donde pega el sencillo "El Cuarto," tema original del veterano rumbero cubano Francisco Zamora (destacándose también el veterano Charlie Cotto con un intenso solo de timbal) donde, si bien es cierto que no hay nada de "romántico," un breve repaso de la letra hace que lo erótico salga a flote, aunque por medio del doble sentido.


De ahí Vega pasa a probar su suerte en Nueva York, encontrando empleo con Louie Ramírez, quien pierde a su cantante estrella Ray De La Paz y organiza un nuevo grupo: La Súper Banda. Con ellos Vega graba y pega en la radio el tema "Como Es Posible." Ramírez, quien aquí todavía retiene su cuadro de cuatro trompetas, ahora añade un saxo barítono creando un sonido similar al que por años ha identificado a Willie Rosario (y la presencia de Vega, irónicamente, acentúa considerablemente el parecido).


La Súper Banda, sin embargo, no dura mucho tiempo junta (a Ramírez, un auténtico genio de la salsa, se le empiezan a agotar las balas para este entonces) y Vega regresa a Puerto Rico, consiguiendo empleo con su anterior patrono Willie Rosario, aunque no vuelve a pisar el estudio de grabación con él durante este nuevo período.


Santa Rosa, por otro lado, se arma de otros colegas jóvenes y uno que otro veterano (como el timbalero David "Cuba" Rosado, otrora alumno de Cachete Maldonado y miembro por un tiempo de Batacumbele, y sus ex-compañeros en la banda de Rosario Jimmie Morales en la conga y Rafael "Tito" Echevarría en el bongó), y funda su propia orquesta. Combo Records, sello discográfico de Ralph Cartagena (y casa oficial por décadas de El Gran Combo), los ficha y los graba en su debut, el disco "Good Vibrations," del cual pegan el tema "Sin Un Amor."


Santa Rosa, contrario a casi todos los demás solistas nuevos que emergen durante esta década, se mantiene lejos del pastiche erótico, optando por nadar entre lo romántico y el swing que heredó de Rosario. Sus discos para este entonces, aunque no venden a la altura de los de Luis Enrique, Frankie Ruiz o Eddie Santiago, tampoco pasan desapercibidos del todo.


Pero Gilberto no era el único artista de Combo Records girando hacia la salsa "clasificada PG-13" o "clasificada R" (o hasta "X," dependiendo del contenido gráfico...). El veteranísimo Mario Ortiz, luego de una impresionante ristra de tres exitosas (y cadenciosas) producciones con su moderno big band y sus cantantes Anthony Cruz y Primi Cruz (no guardan relación consanguínea), decide explorar la nueva onda en el disco "Algo Diferente," de 1986.


Para finalizar con el clan de Combo Records, fijémonos ahora en el caso de la orquesta que era (y es) la franquicia por excelencia del sello: El Gran Combo. Previo a la explosión (y explotación, reitero) de lo sexual en la salsa, los mulatos de Rafael Ithier eran la banda dominante en Puerto Rico, a pesar de la férrea competencia que le suponen Bobby Valentin (todavía con Carlos "El Cano" Estremera en su elenco), Mario Ortiz, La Mulenze con Pedrito Brull, la Sonora Ponceña (quienes aunque pierden a Miguelito Ortiz y a Yolanda Rivera en el proceso, siguen a flote gracias a la batuta férrea de Papo Lucca y al carisma del hoy fallecido Toñito Ledee, con quien la banda nadó comodamente en lo romántico con temas como "Herida Cerrada En Falso," "Date Cuenta" y "Barra Limpia"), Tommy Olivencia (con Frankie Ruiz de vocalista) y Willie Rosario (primero con el dúo dinámico de Guillo Rivera y Junior Toledo y luego con Gilberto y Tony).


Pero una vez el flaco Eddie Santiago se trepa y Frankie Ruiz le hace competencia en lo erótico, el panorama cambia drásticamente. De primera intención, Ithier se opone a la onda y se mantiene en el estilo pueblerino y bailable que siempre los ha caracterizado. Pero nota que están perdiendo arraigo ante la nueva onda y no le queda más remedio que nadar con la corriente. Y lo hacen de manera gradual. Coquetean con lo romántico en la nueva onda en "Romántico y Sabroso" de 1988 (aunque El Gran Combo nunca estuvo del todo ajeno a lo romántico en la salsa, y dan fe de esto clásicos de su repertorio como "Te Regalo El Corazón," "Nido De Amor," "Así Son," "Bandida," "El Licor De Tu Boquita," "Amigo Mío" y "Compañera Mía," era la primera vez que lo hacían de manera forzada y de acuerdo a la nueva perspectiva), pegando tímidamente el tema "Cupido."


Mientras que para el siguiente disco, "Amame" de 1989, se tiran de cabeza con números como "Aguacero," "Otra Vez Enamorado" y el tema que da título al disco. Para este último disco, el Combo se refuerza en el estudio con el propio Ray De La Paz como corista. De ahí en adelante le esperan tiempos difíciles a los Mulatos del Sabor: aunque no dejan de seguir grabando con calidad y buen gusto, la radio y buena parte de la audiencia trataba los nuevos discos publicados en esta década con cierta frialdad.
Entra la década de los 90's. Y comienza aquí el conteo regresivo para el desbarajuste del mercado salsero como lo conocíamos: el éxito de Sony con Luis Enrique provoca no solo que, siguiendo un patrón bastante descarado, el mismo sello comience a traer al ruedo a figuras cuyo único mérito destacable (el cual de por sí es cuestionable) lo es su imagen... sino que otras multinacionales, siguiendo el efecto del buitre y respondiendo a la voz de alarma de que hay buenos chavos corriendo en la salsa, se cuelen en el vacilón y empiecen a hacer lo mismo buscando dinero rápido. Pero de por medio todavía hay mucho material positivo (y no tan positivo también) que merece destacarse. En este segmento enfatizaremos primero en (1) la obra de la figura que prácticamente revitaliza la salsa (y lo romántico en ella) en momentos en que las letras que trabajaba el género casi convierten a la salsa en una convención de enfermos sexuales a principios de década, (2) la trayectoria de otro sujeto que, a su estilo, se afinca en el gusto popular en esta etapa, (3) resumiremos lo más brevemente posible lo que ocurrió en el sello disquero que comandó el género salsero durante buena parte de los 90's hasta su defunción en medio de una millonaria demanda y, (4) finalmente, la debacle y el análisis de lo que se define como salsa de escritorio)

La Salsa Erotica

Lo erótico en la salsa entra de manera subliminal. Y, al igual que lo romántico en la salsa, lo erótico no necesariamente empezó en los 80's. El erotismo en el caribe, literalmente, siempre ha estado asociado con el ritmo de bolero . Por lo que no debe de ser sorpresa que lo erótico en la canción caribe en sí haga su debut en un bolero. Tan temprano como en los 60's, el propio Cheo (aún miembro del sexteto de Joe Cuba en ese entonces) sugería lo erótico desde uno de sus boleros más memorables, "Quisiera Tener.

Dentro de la salsa propiamente dicha, posiblemente el primer ejemplo contundente de erotismo a nivel de letras lo ofrece el astro de la canción Bobby Capó, quien compone el tema "Sale El Sol (Dormir Contigo)" para el eterno Sonero Mayor Ismael Rivera (quien estrena el tema en vivo el 24 de mayo de 1974 en el Carnegie Hall, como parte del show de las estrellas de los sellos Tico y Alegre, concierto que fuese editado en disco al año siguiente). Esta fue parte de la letra que canto Maelo:

«Sale el sol; mis ojeras hinchadas. Noche desorbitada por culpa de tu amor.
Cae el sol... y es la misma tragedia. Y tú no la remedias...

...porque estarás formando lazos no conmigo y yo pasando solo tanto frío.
Estarás en otros brazos, no en los míos. Y yo anhelando dormir contigo.»

Años mas tarde, en el tristemente recordado disco "Cross Over" (1979) de la Fania All-Stars, Rubén Blades también coquetea con esa onda, pero desde el montuno y no el bolero.
Al año siguiente, la Fania repite el coqueteo con lo erótico en salsa en el disco "Commitment" (su regreso triunfal a la salsa luego de la debacle intentando competir con el disco music en el álbum anterior), pero en el tema "Cuando Despiertes." Lo irónico del caso es que este tema lo canta nada menos que la mismísima Celia Cruz:
«(...) Aunque tú quieras olvidar y hacerme creer que para ti soy una más, ábreme bien tu corazón para disfrutarlo otra vez.
Cuando despiertes y el sol nos queme, desearé mantener la llama ardiendo. Que me repitas las cosas bellas... ay, dímelas, que esta noche quiero amar.»

Brinquemos ahora a los 80's, que es cuando las Playboys empiezan a hacer estragos en la salsa. Irónicamente, quien primero trae lo erótico al ruedo de manera explícita lo es Luis" Perico "Ortiz, de la mano de su cantante en ese entonces, Roberto Lugo.

Lugo compone el bolero "Mas Amor," donde la letra más gráfica no puede ser sin atravesar la barrera de lo permisible en radio:

«Acércate... no llores más, que no es pecado lo que vas a hacer.
Acércate... te voy a amar... y convertirte en mujer.
Acuéstate... desnúdate.. que en un segundo de dolor tu pedirás que te ame mucho más, gritando de placer. Unidos de piel a piel.
Más amor... tu me pedirás mucho más amor.
Más amor... un segundo de dolor convertido en el placer.»

La intención de Lugo con este bolero no era tan pretenciosa, pero el tema causó furor y controversia, principalmente por lo gráfico de la letra. Esto fue en 1982, mucho antes de la explosión y explotación a su vez, de lo sensual en la salsa (y el disco donde aparece este tema lo es "Sabroso," primero de Perico para su propio sello Perico Records luego que su primer sello, New Generation, se fuera a pique, siendo adquirido por Top Ten Hits, TTH). Pero el binomio de Perico y Lugo no repiten el intento.

Al año siguiente (1983), una modesta orquesta con sede en Miami bajo contrato con Fania Records pegaba en grande: Orquesta Inmensidad. Bajo el mando del pianista Raúl Gallimore y con Roberto Blades, hermano menor de Rubén Blades, como cantante principal y gancho de promoción de la orquesta, graban su segundo disco, "Alegría," del cual pegan en grande dos temas: "Lágrimas," el hit que hasta cierto punto consagró al menor de los Blades , y "Lo Siento Mi Amor," en la voz del pianista Gallimore y el primer tema que, desde la salsa propiamente dicha, aborda lo erótico:

«Hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo... que mi cuerpo no tiembla de ganas al verte encendida...»

Chaney, dentro de su estilo, también abona al "culto" re-grabando en salsa el tema "Te Voy A Estrenar," con Eddie Santiago en la parte vocal, como parte de ese mismo segundo disco que ya mencionamos en la sección anterior:

«Hasta aquí he podido aguantar, pero ya no habrá adiós sin mil abrazos.

Esta noche te voy a estrenar y a beberme tu amor de un solo trago.»

Ahora, vamos a darle "fast forward" a este cassette y paremos en 1986. Para ese entonces (y con Fania de capa caída y gastando los últimos cartuchos con Inmensidad y el último de los cantantes franquicia del sello, Hector Lavoe), ya Top Hits Records (TH), sello independiente establecido a finales de los 70's y ahora con un catálogo impresionante, era el sello dominante en la industria de la salsa.

Para este sello grababan caballos como Oscar, Olivencia, Rosario, La Solución, Raphy Leavitt y La Selecta, Dimensión Latina, Andy Montañez, Paquito Guzmán, Marvin Santiago y ahora Frankie Ruiz como solista, y recién se expandían hacia otros mercados con figuras como Danny Rivera (quien también le entró a la salsa desde su estilo) y hasta un cubano hasta entonces solo conocido por su composición "Soy" para la Charanga 76 y por ser el marido de la baladista Lissette: Willie Chirino, quien para ese entonces trataba de colarse en la salsa (lo pop vendría después, cansado de intentar pegar sin éxito en Puerto Rico... de hecho su tema "El Artista Famoso" recoge a manera de parodia su odisea por ser alguien en Borinquen, a pesar del éxito de Lissette por estos lares).

Y es precisamente TH quien se corre el riesgo con Eddie Santiago, quien recién abandonaba Chaney para probar suerte como solista. Surge entonces un disco extraño que cobrará notoriedad: "Atrevido y Diferente."

Utilizando como gancho un tema particularmente fiel al título del disco (atrevido y diferente), "Tu Me Quemas," Santiago toma al mundo salsero por sorpresa... en más de una manera: el arreglo, para una orquesta de tres trombones, era particularmente frío y hasta bobo, pero lo suficiente aceptable como para no opacar a Santiago, quien no era tan espontáneo como improvisador y tampoco tenía una gran voz (una orquesta grande y arrolladora o unos trombones bien trepados y "explayados" a lo Willie Colón o La Perfecta de Palmieri se lo hubieran llevado por el medio, como ocurre en casi todos los discos que le conocemos a Jerry Rivera como "salsero," donde la orquesta siempre le queda grande... pero al menos Eddie nació en la salsa, mientras que Jerry, como veremos, fue un mero producto de mercadeo que llegó a la salsa, como el propio Eddie Santiago, en el momento preciso).

Pero la osada letra cayó como un balde de agua fría en momentos en que la salsa, a pesar del palo que dio Palmieri un año antes con su clásico "Palo Pa' Rumba," el cual ganó merecidamente un Grammy, necesitaba un despertar del estancamiento musical que ya comenzaba a ahogarla inmisericorde mente:

«(...) Dos desayunos, señor, para la suite 911. No dude usted si al llamar solo el silencio responde.

Es que estamos amándonos... en la piel sepultando penas. Y es que tu encierras tanto amor en tus venas.
Tu me quemas...»

De ese disco también pega en grande el tema "Que Locura Enamorarme De Tí." También se encuentran temas que van desde lo sublime hasta lo ridículamente morboso, como el caso de "Quiero Amarte En La Yerba" De nuevo se empieza a hablar de millones de discos vendidos, cifra que se escuchó por última vez cuando Willie Colón y Rubén Blades grabaron su clásico "Siembra" en 1978, todavía el disco más vendido en la historia de la salsa (no podemos dejarnos llevar meramente por los millones en dinero recaudado entre éste, el disco que ahora nos ocupa de Eddie Santiago y "Perspectiva" de Gilberto Santa Rosa, por mencionar 3 ejemplos obvios, dada la abismal diferencia en precios: un LP en 1978 nunca costó lo que cuesta un CD hoy día o lo que costaba en 1990 cuando el disco de Santa Rosa sale al mercado).

Pero "el flaco explosivo" Santiago no durará mucho comiendo solo. En una movida a todas luces obvia, TH pone a Frankie Ruiz a competir directamente con Santiago en la onda erótica a manera de prueba. Efectivamente, Ruiz (quien tiene más recursos, más calle y mucho mejor registro vocal que Santiago) no solo iguala, sino que supera la marca de "Atrevido y Diferente" con su segundo disco como solista, "Voy Pa' Encima" (1987). Aquí temas como "Quiero Llenarte" y "Desnúdate Mujer" dan una idea de lo que está pasando, aunque todavía se puede respirar algo pueblerino en temas como el que da título al disco.

También en 1987, cuando TH y la disquera venezolana Rodven se fusionan creando TH-Rodven, Santiago repite la dosis con su segundo disco, "Sigo Atrevido," del cual pega en grande el tema "Lluvia," no el mismo que grabaran Willie Rosario y Louie Ramírez, sino otro del baladista Luis Angel.

Todo un éxito en ventas también y motivo para que, a pesar de todos sus defectos habidos y por haber, se convierta en referencia necesaria a la hora de detallar la historia de la salsa. Para bien o para más mal que bien, pero hay que mencionarlo.

Las Estrellas Se Reunen

Durante los años sesenta, los músicos latinos de Nueva York se debatieron entre la pachanga y el boogaloo, entre el inglés y el español, entre las orquestas tipo charanga y los pequeños combos o sextetos, entre los ritmos caribeños de raíz y los ritmos anglosajones, pero, a pesar de tal barahúnda musical, el sonido de El Barrio se concretó y se manifestó con claridad, aunque todavía sin nombre, hacia mediados de la década.

Ya no era ni boogaloo, ni pachanga, ni son montuno, ni latín jazz. Era un sonido moderno que impregnaba a todos los músicos y que conectaba de forma espectacular con el público latino.
Un público también nuevo; ya no eran los viejos emigrantes caribeños de sombrero, traje y zapatos de dos tonos, sino sus hijos o nietos, que mezclaban la psicodelia con el kitch caribeño y la guapería marginal y callejera.

Estos jóvenes portaban camisas floreadas sin abotonar para lucir las cadenas de oro, pantalones de bota campana (pierna de elefante), zapatos de plataforma o blancos (los quesos), y sombrero Panamá o gorra de béisbol, el juego de pelota tradicional del Caribe.

Esta masa social, además de juventud, tenía, como ya hemos visto en el apartado anterior, una forma propia de hablar y de bailar. La coreografía caribeña de los viejos ritmos cubanos o boricuas sufrió una significativa alteración.

Ya no se trataba de bailar agarrado a tu pareja, en una sintonía cadenciosa y tranquila, sino de azotar el suelo, siguiendo con los pies cada corte y golpe de los instrumentos, acompañando al cantante en el desarrollo del tema y apoyando a los coros como un miembro más de la orquesta.

La relación del bailador con la música se hizo incluso más importante que la relación con la pareja de baile.

El virtuosismo de los bailadores alcanzó niveles acrobáticos y, en muchos casos, sustituyó las navajas y los puñetazos para demostrar quién era el más bravo.

Estos cuatro elementos, juventud, estética kitch caribeña y psicodélica en el vestir, lenguaje marginal y baile altanero, le dieron a la salsa su razón de ser, su ontología, pues, como ya hemos dicho, la salsa no es un ritmo musical concreto, sino un fenómeno antropológico cuyo epicentro está en El Barrio y su hipocentro son los ritmos musicales del Caribe, principalmente los cubanos.

Pero, la más importante y trascendente de la salsa no son los patrones rítmicos que la alimentan sino su significación social en la vida cotidiana de los latinos nacidos después de 1950, aquellos que en 1965, con quince abriles, ya estaban determinados por las circunstancias políticas, económicas y culturales que hemos esbozado a lo largo de este capítulo. Estos factores son los que tienen que considerar los músicos y musicólogos interesados en el fenómeno.

Con su discurso y sonoridad, la salsa logró aglutinar el sentimiento de todos los latinos y, aunque no seamos una raza, Johnny Ortiz lo escribió así para que Larry Harlow lo interpretara con su orquesta: "Representando a las Antillas: a Puerto Rico, Cuba, Aruba y Santo Domingo... Representando a las Américas: a Venezuela, Colombia y Panamá... Representando al África, con sus tambores, ¡viva la conga, viva el timbal! Representando a la raza latina, que en todas las esquinas se escucha este cantar: la salsa representando la raza latina." ("La raza latina").

Todo lo que estaba ocurriendo en la escena latina era espontáneo y disperso, como, suele pasar con todos los fenómenos sociales auténticos, no como ahora, que nacen en las mesas de los burócratas. Es la necesidad la que crea al órgano y no al revés.
La necesidad era la salsa y el órgano fue la Fania, una compañía discográfica fundada en 1964 por el músico dominicano Johnny Pacheco y el abogado judIo- italiano Jerry Masucci.

Pacheco era un timbalero, flautista y compositor que había pasado por diversas orquestas latinas de la vieja guardia de Nueva York, conocía a los músicos jóvenes, estaba en contacto con El Barrio y, además, tenía un gran olfato comercial y dotes organizativas.

Había acudido a los servicios jurídicos de Masucci para que le gestionara su divorcio y, ¡cosas de la vida!, terminó casándose con el abogado y, entre los dos, dieron a luz la compañía discográfica Fania Records.

Desde su fundación, Fania empezó a fichar y grabar a los músicos latinos del Barrio, el Bronx y Brooklyn: Willie Colón, Héctor Lavoe, Larry Harlow, Ismael Miranda, Bobby Valentín, Joe Bataan y Ray Barretto, entre otros.

Así las cosas, a principio de los años setenta, la cosa latina tenía todo a su favor para pegar fuerte. Fania entra en contacto con el empresario dominicano Ralph Mercado, a la sazón propietario del Cheetah, un destartalado club de baile ubicado en la calle 52 y la Octava Avenida de Nueva York, y le propone producir en su local un concierto con los músicos de la compañía.

Mercado acepta el trato y, el jueves 26 de agosto de 1971, se presenta en el Cheetah la Fania AII Stars, la primera gran reunión de los músicos de la salsa. Ahí estuvieron Richie Ray, Bobby Cruz, Willie Colón, Héctor Lavoe, Ray Barretto, Larry Harlow, Bobby Valentín, lsmael Miranda, Barry Rogers, Larry Spencer, Johnny Pacheco, Yomo Toro, Roberto Roena, Héctor "Bomberito" Zarzuela, Orestes Vilató, Adalberto Santiago, Santitos Colón, Pete "El conde" Rodríguez, Roberto Rodríguez y Reinaldo Jorge.

Varios de estos músicos tenían sus propias orquestas y eran los que mandaban en el gusto del público latino. En consecuencia, verlos y oírlos tocar juntos constituiría una experiencia memorable.

Al Cheetah llegaron los latinos con ganas de gozar, de ver a sus ídolos y de afirmar el orgullo latino en las propias narices del imperio. El local se llenó hasta la bandera y cientos de asistentes no pudieron acceder al concierto.
A esta histórica reunión pertenecen la película OUR Litin Thing (Nuestra cosa) , así como los dos elepés que recogen la grabación del concierto, y la eclosión del fenómeno salsero.

La película muestra la gran comunión que se estableció entre los músicos y el público asistente al concierto, estando apoyada con imágenes de El Barrio, sin ningún tipo de edulcoración, mostrando a la gente en las calles con sus miserias y sus alegrías. Los dos elepés y la película se oían, se veían y se bailaban una y otra vez en Nueva York, en San Juan, en Cali, en Caracas y en Lima.

Nuestra cosa latina se daba a conocer con fuerza y esto nos colmaba de orgullo. Sentíamos que teníamos algo propio y único, un nexo de identidad y reivindicación que nos hacía más fuertes frente a las adversidades de nuestra realidad, y que le daba contenido a esa etérea condición de "ser latinos".

Fania dejó de ser un sello discográfico marginal y se convirtió en el gran negocio de la música latina. El concierto del Cheetah fue tan exitoso que, de ahí en adelante, Fania fichó a cuanto músico latino andaba suelto, absorbió el catálogo de otros sellos latinos y se lanzó a organizar un megaconcierto para cincuenta mil personas en el Yankee Stadium de Nueva York.

Este concierto, al igual que el del Cheetah, debía servir para grabar otros dos elepés, una nueva película y, con ello, lanzarse a la conquista del mercado americano y mundial.

La cita tuvo lugar el 24 de agosto de 1973 y el cartel estaba compuesto por la Típica 73, Mongo Santamaría, el Gran Combo de Puerto Rico y la Fania All Stars. La fiesta tenía todos los ingredientes para convertirse en el Woodstock latino.

El Yankee se llenó y León Gast, el fotógrafo que había filmado las imágenes de OUR Litin Thing, estaba preparado para la nueva película. Las tres primeras orquestas del programa salieron y actuaron sin problemas, la gente estaba exultante de emoción, sudor, alcohol, baile y orgullo latino.

Todos esperaban con ansia la actuación de los héroes del momento, la Fania ALL Stars, pero; como era previsible, cuando las estrellas Fania iniciaron su presentación, la gente rompió las vallas de seguridad, invadió en tromba el estadio y, ante el peligro que ello representaba, se suspendió la actuación y ¡todos pa'casa!

Pese al cuasi-fracaso, Fania Records editó y puso en circulación un doble elepé titulado Fania Live At The Yankee Stadium, una estafa piadosa, pues, en efecto, era la Fania AII Stars en vivo, pero no en el Yankee sino en el Coliseo Roberto Clemente de Puerto Rico. ¡Malicia latina, compadre!

Asimismo, nuestros brokers Pacheco y Masucci decidieron montar una película con las tomas realizadas por León Gast en el Yankee, junto a imágenes hollywoodenses del glamour latino de los años treinta, cuarenta y cincuenta, Las imágenes de El Barrio, con sus niños harapientos, la pobreza y suciedad de las calles, y el vacilón esquinero de los latinos en general y de los músicos en particular, desaparecieron por arte de magia en la nueva película para que la gente que no pertenecía a nuestra cosa no se asustara.

Pero, hasta las capas medias y altas de la sociedad, que habían conocido Our Latin Thing, detectaron la manipulación y la claudicación de Fania en esta nueva entrega fílmica.

La nueva cinta se tituló simplemente SALSA y, aunque no tenía la fuerza y honradez de la primera, su éxito fue total. A partir de este momento, el sonido de la nueva música latina se dio a conocer en todo el mundo con el nombre de salsa, un nombre o etiqueta comercial que ha generado múltiples discusiones, pero que, se llame como se llame la música a la que se refiere, se trata de una sonoridad distinta a todos los ritmos caribeños que tienen nombre propio.

En el plano artístico, las primeras manifestaciones carnavaleras en el país se encuentran en Santa Marta, en donde se comenzaron a organizar actos y eventos de carácter festivo-religioso. La fiesta actual ya no se circunscribe al perímetro urbano sino que en sus vecinos pueblos de Taganga, Gaira y Mamatoco.
El carnaval comenzó a resentirse como fiesta colectiva posiblemente cuando en 1959 se inicia una nueva fiesta: Fiesta Nacional del Mar, la que arrancó como evento náutico, pero con el paso de los años tomó una nueva dimensión y desde entonces ha querido instaurarse por las autoridades locales como fiesta de la ciudad en reemplazo de las carnestolendas.
Todos los orígenes son inciertos. Las referencias que tenemos se basan en las memorias y relatos de maestros cultores de la música típica de tambores de amarre que se ha practicado en Santa Marta por muchas generaciones.
Probablemente, lo que hoy se conoce como FANDANGO, TAMBORA O GUACHERNA SAMARIA ha sido el resultado de largos procesos de intercambios culturales, una especie de hibridación cultural que ha tenido transformaciones en los últimos tiempos debido a las múltiples influencias foráneas y los cambios generacionales.
Según testimonio de los maestros Germán Hernández y Pedro del Valle entre otros, la música tradicional en Santa Marta se arraigó en la ciudad debido a la confluencia y aporte de muchas culturas provenientes de varias regiones del Caribe colombiano, especialmente del departamento de Bolívar. Allí es conocido el complejo de los “Bailes Cantados”, una expresión musical y danzaria que en su esencia presenta elementos tradicionales de origen africano donde se ejecutan toques de tambores alternados con palmas, versos, estribillos y baile colectivo.
Al parecer, en tiempos pasados la sonoridad samaria tenía un estilo “cumbiambero”, sin intervención de instrumentos aerófonos (pito cabeza de cera y flauta de millo), predominaba el canto grupal y el toque de los tambores (llamador, repicador, tambora, güiro y guache).
El panorama actual es diferente. Tanto el color como el estilo sonoro samario es muy particular en el contexto Caribe colombiano. La tambora o guacherna samaria ha adquirido características propias de la región, presenta una forma única con identidad y sentido de pertenencia, es decir, es una práctica sonora muy típica de la ciudad de Santa Marta. En las últimas décadas ha tenido transformaciones en su estructura organológica y en cuanto al aspecto agónico, es decir la forma de interpretar este género de forma más rápida que en épocas pasadas.
Al hacer un análisis técnico musical se observa que en la guacherna samaria interviene un tambor llamador de pie diferente al llamador de la gaita, se interpreta con ambas manos el golpe de contratiempo en el segundo y cuarto beat. Entre tanto el tambor repicador se ejecuta de forma “chalupeda”, tanto que el patrón rítmico lo asocian con el nombre de “PI TA PI TAN”, pero que en realidad es un esquema propia de la chalupa de los bailes cantados. Por su parte la tambora se toca de forma agresiva y progresivamente, es decir, se acentúa los golpes más en el parche o cuero que en la madera, una especia de cumbia rápida y tambora-tambora. El guache hace su rol de fricción, mientras en los últimos tiempos se ha adoptado a este formato instrumentos de viento como el clarinete, el saxofón y otros, aunque al parecer anteriormente solo era canto colectivo y toques de tambores.
Cabe resaltar la gestión cultural que realiza la maestra Graciela “Chela” Orozco al impulsar cada año el festival de la guacherna samaria, en la cual agrupaciones locales y provenientes de distintas regiones del Caribe colombiano se congregan en un abrazo fraterno de tambores. Se destacan la tambora de los Hermanos Mulfor, Jhony Viti, Teveo, Los Hernández, los Campo, Del Valle, Currimbi Mendoza, etc.
Es necesario establecer qué es y cuándo comienza la salsa "romántica," cuándo comienza lo "erótico" en la salsa y cómo llegamos al punto actual donde está la salsa.
Primero, lo romántico en la salsa no comenzó como tal en los 80's, como muchos piensan.

Y como muestra de esto baste mencionar temas lo suficientemente añejados ya como "Sé Que Te Vas" de Richie Ray y Bobby Cruz (de 1966, incluido en el disco "Se Soltó/On The Loose," el primero del binomio para el sello Alegre) y "Mintiendo Se Gana Más" de Paquito Guzmán (del disco de igual nombre, grabado a mediados de los 70's para el sello Inca y aún no disponible en CD) y otros mucho más conocidos como "Salomé" de Cheo Feliciano (del disco "With A Little Help From My Friend" con Tite Curet Alonso como cómplice principal, grabado en 1973), "Canto Al Amor" de la Sonora Ponceña (del disco "Explorando" de 1978), "Sin Poderte Hablar" (del disco "Solo" del maestro Willie Colón, grabado en 1979) y "Paula C" de Rubén Blades y el cual le dedicara a su ex-novia en ese entonces de igual nombre y de apellido Campbell (grabado con un todos-estrellas dirigido por el fallecido Louie Ramírez y estampado en el disco "Louie Ramírez y Sus Amigos" del año 1978).

Y en esa misma onda podemos citar otros clásicos de la era de oro de la salsa como "Mi Desengaño" y "Marejada Feliz," ambos de Roberto Roena. En otras palabras, guarachas, mambos y salsa como hoy la conocemos con temas amorosos siempre han existido; no crean que el canto amoroso estaba condenado al bolero exclusivamente.

Pero el despegue definitivo de lo que hoy conocemos como el movimiento de la "salsa romántica" se da en los 80's. Recientemente se publicó un artículo en Latin Beat donde un músico de la costa oeste de los Estados Unidos, el líder de la Orquesta La Palabra, se adjudica con hechos la paternidad de dicho "monstruo," que no es otra cosa que re-grabar baladas en ritmo de salsa. Pero por esos azares de la vida y la industria disquera, es Louie Ramírez quien de manera casi accidental crea la fiebre en Nueva York.

El año es 1983 y el sonido Nueva York está en etapa agonizante luego de la estrepitosa caída del boom de la Fania (y el desplome de dicho sello disquero como tal, como resultado del fracaso de la película "The Last Fight") y el estancamiento, en términos musicales y económicos, de la escena latina en la ciudad donde nació el movimiento salsero.

La salsa que parían orquestas como Pacheco y Larry Harlow comenzaba a sonar repetitiva y ya no hacía estragos como lo hacían 10 años atrás, la Tipica'73 se desbandaba gracias al férreo boicot y a las veladas amenazas de muerte de sectores de ultra-derecha del exilio cubano, y el binomio que en ese entonces prácticamente mantenía a flote al sello Fania, Willie Colón y Rubén Blades, también se disuelve en medio de circunstancias nada amistosas, sufriendo ambas partes el resultado de dicho golpe. Mientras esto se daba, muchos de los grandes músicos de la era empiezan a emigrar hacia los predios del jazz latino de manera definitiva, toda vez que la salsa bailable que se gestaba ahora proveía cada vez menos espacio para solistas de su calibre: Andy y Jerry Gonzalez, Barry Rogers, Víctor Paz, Mario Rivera y Nicky Marrero, entre muchos otros (sumándose a la lista a lo largo de la década figuras como Cachete Maldonado y sus ahijados en el tambó Anthony Carrillo y Giovanni Hidalgo, Juancito Torres, Yomo Toro y el propio Ray Barretto).

Orquestas como las de Tito Puente y Machito, quienes aunque mucho anteriores a la salsa todavía daban la pelea en los 70's (luchando, como en el caso específico de Puente, incluso en contra del término "salsa" como tal), también emigran en definitiva hacia el jazz.

La bandera de la salsa ahora la cargaban artistas y orquestas que no radicaban en Nueva York, como el venezolano Oscar D'León y orquestas boricuas como El Gran Combo, Sonora Ponceña, Orq. La Mulenze y las de Bobby Valentin, Willie Rosario y Tommy Olivencia (posiblemente, Luis "Perico" Ortiz era el único director de orquesta neoyorquino que gozaba de buenas ventas y popularidad fuera de los predios de la gran urbe una vez Colón y Blades se distancian, seguido distantemente de otro grupo nuevo que dio mucho de que hablar: el Conjunto Clásico).

Es en estas circunstancias, amén de los estragos que el merengue y la balada ya causaban en el mercado, que Louie Ramírez sale a flote a cargo de un producto y un concepto extraño: Noche Caliente, para el sello americano K-Tel, mejor conocido por sus compilaciones de rock y disco music.

Ya Ray de la Paz era el cantante de su orquesta regular. De La Paz provenía de la banda de Barretto, con la cual completó dos discos de excelencia pero que murieron rápidamente ante la inercia de Fania: "Fuerza Gigante" y "Rhythm Of Life" (en estos discos, ya De La Paz coqueteaba con lo romántico en la salsa con dos temas de Tite Curet Alonso, "Pura Novela" y "Amor Artificial," respectivamente), uniéndose a Ramírez y debutando con él en otro disco anterior, "Mi Fruto" (cuya carátula también acompaña este artículo).

El concepto de "Noche Caliente" bajo Louie Ramírez era sencillo: re-grabar en tiempo bailable temas ya conocidos en formato de balada, como "Estar Enamorado" del español Raphael y "Todo Se Derrumbó" del azteca José José. El disco tuvo un éxito arrollador en y fuera de Nueva York. Ramírez también utiliza en este disco a otros cantantes como Tito Allen y José Alberto "El Canario," recién salido de la Tipica'73 antes de su disolución, pero De La Paz fue el que se escuchó en la radio.

El concepto de "Noche Caliente" sigue (Larry Harlow es quien hereda el lío a partir del segundo y tercer volúmenes, los cuales no tuvieron la misma aceptación), pero no con Ramírez y De La Paz, quienes montan una orquesta nueva a base de trompetas (similar al formato que utilizaron en el Noche Caliente original) y firman con el sello Caiman Records (hoy CoBo Music), grabando otro disco de éxito arrollador: "Con Caché," de 1984.

Aquí balancean la onda romántica en temas como "Solos Tu Y Yo" (versión en español del exitazo "Just The Two Of Us" de Grover Washington Jr. y Bill Withers), "Yo Soy Aquel" (otra balada de Raphael) y "Vámonos De Aquí" con clásicos como el "Timbalero" de Tito Puente, todo esto sin perder la esencia bailable que Ramírez siempre conoció a la perfección.

El concepto de Noche Caliente encuentra eco en Puerto Rico a través de un conjunto modesto y sin muchas pretensiones, liderado por el bongocero Nicolás Vivas: Conjunto Chaney. Su primera grabación, en la onda criolla al estilo de Pacheco, Conjunto Clásico y el cubano Roberto Torres (y donde el cantante lo fue nada menos que el veteranísimo panameño Meñique), no dijo nada nuevo. Pero ya para la segunda grabación, donde se aferran a la nueva sonoridad y re-graban en salsa baladas conocidas como "Desesperado" y "Detalles," el Chaney la pega en grande, al punto que se les rebautiza como "el Conjunto del Amor."

Los cantantes de esta agrupación ahora lo eran dos novatos de igual timbre y similar estilo que luego montarán tienda aparte de manera radical: Eddie Santiago y Willie Gonzalez.

Tommy Olivencia, por aquello de no quedarse atrás, también le mete el diente a este nuevo bizcocho y graba otro tema de José José, "Lo Dudo." El sonido de Olivencia ya daba muestras del cambio de los tiempos: en los 70's era sinónimo de salsa pesada y rabiosas descargas de cuero gracias al dream team percusivo de Endel Dueño (timbales), Pedro "Chiripín" Hernández (bongo) y el conguero David "Cortijito" Rosario (apodado así por su asombroso parecido físico con el legendario Rafael Cortijo) y a las virtudes de soneros como Paquito Guzmán (quien a pesar de sus grabaciones como solista para Inca Records seguía siendo parte de la orquesta), Simón Pérez y Chamaco Ramírez.

Ya a principios de los 80's, y con Cortijito y Chiripín aún en el elenco (Dueño se va, sustituyéndolo el zurdo maravilloso Willy Machado... y también se van Paquito y Simón), Olivencia baja sus pretensiones y descansa sus laureles en el carisma y talento de su nuevo cantante, Jose Antonio "Frankie" Ruiz.

Este otro Frankie debuta en Nueva York en los 70's con la Orq. Nueva, luego se muda a Puerto Rico y es miembro fundador de la orquesta mayagüezana La Solución, donde pega en grande el tema "La Rueda." Luego de dos discos con La Solución, Frankie entra en 1981 a la orquesta de Olivencia en sustitución de Gilberto Santa Rosa (quien a su vez sustituía a Simón), quien pasa a formar parte del trabuco de Willie Rosario.

En el tercer disco de La Solución, aunque todavía aparecía su imagen en las fotos que se tomaron para la contraportada, ya Frankie había salido del grupo, sustituyéndolo en la parte vocal el conguero del grupo, Jaime "Megui" Rivera (quien pega en grande con la banda el tema "Una Canita Al Aire") y un novato de grueso calibre de nombre Anthony Martínez, quien mantiene a flote al grupo una vez entrada la onda erótica en la salsa.

A partir de la década de los ochentas han surgido nuevas figuras con un toque juvenil, romántico y hasta sensual. Algunas de las viejas glorias de la llamada salsa vieja o salsa dura, han tenido que adaptarse a los nuevos formatos stándares impuestos por el comercio y la radio con fines lucrativos.
Las temáticas se concentraron en el romanticismo, la presencia y la pinta del cantante principal ha sido fundamental a la hora de promover nuevas estrellas.

En el plano musical, se introdujo el sintetizador, la batería en algunos casos, guitarras y otros instrumentos melódicos para acompañar lo que se ha denominado la salsa “Monga”, o salsa “Romántica”, las introducciones parecen baladas y los formatos instrumentales cayeron en la monotonía y repetición.

De cualquier forma no se puede afirmar que lo que se ha hecho en estos últimos 20 años ha sido malo o mediocre, tal vez la crítica puede venir por el afán mercantil, el facilismo, la plasticidad con que se ha manejado este negocio, pues el arte y la magia salsera de años atrás, el sabor del barrio y las inspiraciones auténticas dieron paso a nuevas tendencias ficticias.

Hoy en día los empresarios para poder promocionar a un cantante primero miran su apariencia física así sea desafinado y sin sabor ni mucho menos sonero. La mayoría de temas de salsa son de corte romántico y se ha perdido aquel sabor y variedad de ritmos de otrora tiempos.

Podríamos decir que la salsa a partir de los ochentas salvo algunas excepciones, se encasilló en la monotonía del ritmo de la guaracha disfrazada de balada. Las disqueras promueven artistas plásticos y gomelos para llegarle al mercado juvenil, para que la salsa la oiga el doctor, el ejecutivo, la secretaria, en fin un estrato social alto, dejando de lado a los soneros natos, a los bravos del ritmo, en fin, a la barriada.

La salsa romántica subió el nivel en cuanto al aspecto armónico, se usan giros y progresiones enriquecidas de acuerdo a la temática, los tumbaos del piano son muy rítmicos, se usan muchas inversiones y acordes agregados, el bajo o el baby también juegan un papel preponderante a la hora de los arreglos cabrones, la sección de brass es decir, trompetas y trombones manejan líneas contrapuntíscas avanzadas, la sección rítmica percutiva ha entrado en el concepto de “afinque” o “apriete”, que quiere decir que entre más parejo, constante o limpio suene la base o la marcha, sonara mejor la agrupación o sea sin tanto reguero.

Un Poco Mas...

En cientos de temas salseros abundan palabras como guapo, men, chévere, jeva, mami, pollo, bemba, bonche, candela, compay, sabor o vacilón, palabras que, para los nativos latinos o caribeños, constituyen una gramática rítmica que desencadena un proceso de identificación inmediato, pues cada palabra y sus intenciones, cuando suenan con música, les recuerdan sus episodios vitales diarios.
Las consecuencias ineludibles de este hecho estético son el baile y/o el canto donde, gracias a ese poderoso vínculo entre la vida y la música, se produce el goce que hemos denominado sabor y sentimiento. La salsa comparte con el tango muchas de sus circunstancias, y una de ellas es el habla cerrada del barrio (caló), un conjunto de palabras vivas y en constante transformación que es el vivo reflejo de la realidad de sus protagonistas.

Una dialéctica donde los músicos toman las palabras del argot callejero y, otras veces, las inventan en sus inspiraciones y son adoptadas por la gente. Este rasgo, por otra parte, suele ser común en diversas músicas populares del mundo.

En la salsa, cientos de palabras, e incluso expresiones completas, tienen su origen en la marginalidad, en la ironía, en la complicidad de1 círculo cerrado y en la irreverencia ante la religión, las leyes o el conservadurismo de los padres.

Palabras que, para eludir a quien no interesa que se entere de qué va la cosa, parecen, a primera oída, vacías o carentes de sentido. Pero lo cierto es que aluden al trabajo (el camello), a la policía (la jara), a los vicios ilegales (el fua, el material, mariajuana, la vaina), al amigo (pana, asere, brother), a la comida (la jama, el papeo) y, en el caso específico del sexo ( el coco, el fogón, la cocina, etc.), la salsa y el Caribe han desarrollado una poética rayana en el machismo, pero pletórica de ternura, humor y rendición.

Un ejemplo sabrosito de esto, cantado por Jimmy Sabater, dice: "Si te encuentras un pollo que su encanto es papiar, dale salchicha con huevo, para ponerlo a gozar. ...Me dejó con hambre, se le quemó el sartén, y ella me dijo: Papito hay fuego en el 23."

El caló es la obra maestra del lumpen, esos aristócratas de la calle y de la cárcel (la cana, la juiciosa, la universidad). La fuerza de este len- guaje es tan importante que cada nueva palabra o expresión que surge, es adoptada, en cuestión de horas y sin complejos, por la juventud de los barrios pobres y marginales de la gran ciudad.

No hace falta ser un maleante para hablar en caló, basta ser pobre para identificarse con dicho lenguaje, toda vez que el lumpen, con su vida temeraria, representa una suerte de héroe, un hombre valiente, que no come cuento, que se rebela contra la justicia ( la injusticia! ) y contra el poder. Todo esto constituye un súper-yo que moldea la conducta y, sobre todo, el habla de los estratos populares.

Esto es así tanto en el Caribe como en cualquier ciudad del mundo. La única posible diferencia entre el caló caribeño y, digamos, el europeo, es que el primero se reviste de su especial sentido del humor, negro muchas veces (y nunca mejor dicho), y de su propia y sabrosa música. Pero, como bien lo canta Ismael Miranda: "Las esquinas son, son, son, iguales en todos lados."

La influencia del caló, caribeño o europeo, llega incluso a las capas sociales no marginales, a la clase media y a la burguesía, sobre todo a la clase media, la más esnobista y perniciosa de la historia, la más aburrida y peligrosa.

Teniendo en cuenta que el caló es producto de la vida intrépida, del vértigo y de la intensidad, no es de extrañar que lo adopten, de forma edulcorada, claro está, las clases sociales más acomodadas para darle algo de sabor a sus insípidas existencias, aunque sólo sea a la hora de hablar en sus dilatadas reuniones de ocio, que no rumbas, pues a tanto no llegan.

Sin embargo, cierta minoría de estas clases, sus miembros más arriesgados, suelen pasar de las palabras a los hechos y se acercan a husmear en nuestro bembé. Los hay que lo hacen con curiosidad y honradez, y terminan convertidos a nuestra causa de forma irreversible, pero hay también los desaprensivos, aquellos que usufructúan nuestra sonoridad para bailar o conquistar una jevita, porque les da vergüenza ir al gimnasio a practicar el aerobic y porque están deshauciados para la conquista en su hábitat natural, la oficina.

Estos quejicas suelen decir: "Lástima que el lenguaje de la salsa sea tan bochornoso, esa forma indecente y de cafetín que tienen de cantar." Son así de patéticos, pero siguen ahí, gozando con la clave y el bogó, aunque sin entender muy bien por dónde es que le entra el agua al coco.

Para estos últimos es para los que se hace mucha de la "salsa" de hoy, es decir, el pop latino, la rendición del barrio!

Durante los años sesenta, los músicos latinos de Nueva York se debatieron entre la pachanga y el boogaloo, entre el inglés y el español, entre las orquestas tipo charanga y los pequeños combos o sextetos, entre los ritmos caribeños de raíz y los ritmos anglosajones, pero, a pesar de tal barahúnda musical, el sonido de El Barrio se concretó y se manifestó con claridad, aunque todavía sin nombre, hacia mediados de la década.

Ya no era ni boogaloo, ni pachanga, ni son montuno, ni latín jazz. Era un sonido moderno que impregnaba a todos los músicos y que conectaba de forma espectacular con el público latino.

Un público también nuevo; ya no eran los viejos emigrantes caribeños de sombrero, traje y zapatos de dos tonos, sino sus hijos o nietos, que mezclaban la psicodelia con el kitch caribeño y la guapería marginal y callejera.

Estos jóvenes portaban camisas floreadas sin abotonar para lucir las cadenas de oro, pantalones de bota campana (pierna de elefante), zapatos de plataforma o blancos (los quesos), y sombrero Panamá o gorra de béisbol, el juego de pelota tradicional del Caribe.

Esta masa social, además de juventud, tenía, como ya hemos visto en el apartado anterior, una forma propia de hablar y de bailar. La coreografía caribeña de los viejos ritmos cubanos o boricuas sufrió una significativa alteración.

Ya no se trataba de bailar agarrado a tu pareja, en una sintonía cadenciosa y tranquila, sino de azotar el suelo, siguiendo con los pies cada corte y golpe de los instrumentos, acompañando al cantante en el desarrollo del tema y apoyando a los coros como un miembro más de la orquesta.

La relación del bailador con la música se hizo incluso más importante que la relación con la pareja de baile.

El virtuosismo de los bailadores alcanzó niveles acrobáticos y, en muchos casos, sustituyó las navajas y los puñetazos para demostrar quién era el más bravo.

Estos cuatro elementos, juventud, estética kitch caribeña y psicodélica en el vestir, lenguaje marginal y baile altanero, le dieron a la salsa su razón de ser, su ontología, pues, como ya hemos dicho, la salsa no es un ritmo musical concreto, sino un fenómeno antropológico cuyo epicentro está en El Barrio y su hipocentro son los ritmos musicales del Caribe, principalmente los cubanos.

Pero, la más importante y trascendente de la salsa no son los patrones rítmicos que la alimentan sino su significación social en la vida cotidiana de los latinos nacidos después de 1950, aquellos que en 1965, con quince abriles, ya estaban determinados por las circunstancias políticas, económicas y culturales que hemos esbozado a lo largo de este capítulo. Estos factores son los que tienen que considerar los músicos y musicólogos interesados en el fenómeno.

Con su discurso y sonoridad, la salsa logró aglutinar el sentimiento de todos los latinos y, aunque no seamos una raza, Johnny Ortiz lo escribió así para que Larry Harlow lo interpretara con su orquesta: "Representando a las Antillas: a Puerto Rico, Cuba, Aruba y Santo Domingo... Representando a las Américas: a Venezuela, Colombia y Panamá... Representando al África, con sus tambores, ¡viva la conga, viva el timbal! Representando a la raza latina, que en todas las esquinas se escucha este cantar: la salsa representando la raza latina." ("La raza latina").

Todo lo que estaba ocurriendo en la escena latina era espontáneo y disperso, como, suele pasar con todos los fenómenos sociales auténticos, no como ahora, que nacen en las mesas de los burócratas. Es la necesidad la que crea al órgano y no al revés.

La necesidad era la salsa y el órgano fue la Fania, una compañía discográfica fundada en 1964 por el músico dominicano Johnny Pacheco y el abogado judIo- italiano Jerry Masucci.

Pacheco era un timbalero, flautista y compositor que había pasado por diversas orquestas latinas de la vieja guardia de Nueva York, conocía a los músicos jóvenes, estaba en contacto con El Barrio y, además, tenía un gran olfato comercial y dotes organizativas.

Había acudido a los servicios jurídicos de Masucci para que le gestionara su divorcio y, ¡cosas de la vida!, terminó casándose con el abogado y, entre los dos, dieron a luz la compañía discográfica Fania Records.

Desde su fundación, Fania empezó a fichar y grabar a los músicos latinos del Barrio, el Bronx y Brooklyn: Willie Colón, Héctor Lavoe, Larry Harlow, Ismael Miranda, Bobby Valentín, Joe Bataan y Ray Barretto, entre otros.

Así las cosas, a principio de los años setenta, la cosa latina tenía todo a su favor para pegar fuerte. Fania entra en contacto con el empresario dominicano Ralph Mercado, a la sazón propietario del Cheetah, un destartalado club de baile ubicado en la calle 52 y la Octava Avenida de Nueva York, y le propone producir en su local un concierto con los músicos de la compañía.

Mercado acepta el trato y, el jueves 26 de agosto de 1971, se presenta en el Cheetah la Fania AII Stars, la primera gran reunión de los músicos de la salsa. Ahí estuvieron Richie Ray, Bobby Cruz, Willie Colón, Héctor Lavoe, Ray Barretto, Larry Harlow, Bobby Valentín, lsmael Miranda, Barry Rogers, Larry Spencer, Johnny Pacheco, Yomo Toro, Roberto Roena, Héctor "Bomberito" Zarzuela, Orestes Vilató, Adalberto Santiago, Santitos Colón, Pete "El conde" Rodríguez, Roberto Rodríguez y Reinaldo Jorge.

Varios de estos músicos tenían sus propias orquestas y eran los que mandaban en el gusto del público latino. En consecuencia, verlos y oírlos tocar juntos constituiría una experiencia memorable.

Al Cheetah llegaron los latinos con ganas de gozar, de ver a sus ídolos y de afirmar el orgullo latino en las propias narices del imperio. El local se llenó hasta la bandera y cientos de asistentes no pudieron acceder al concierto.

A esta histórica reunión pertenecen la película OUR Litin Thing (Nuestra cosa) , así como los dos elepés que recogen la grabación del concierto, y la eclosión del fenómeno salsero.

La película muestra la gran comunión que se estableció entre los músicos y el público asistente al concierto, estando apoyada con imágenes de El Barrio, sin ningún tipo de edulcoración, mostrando a la gente en las calles con sus miserias y sus alegrías. Los dos elepés y la película se oían, se veían y se bailaban una y otra vez en Nueva York, en San Juan, en Cali, en Caracas y en Lima.

Nuestra cosa latina se daba a conocer con fuerza y esto nos colmaba de orgullo. Sentíamos que teníamos algo propio y único, un nexo de identidad y reivindicación que nos hacía más fuertes frente a las adversidades de nuestra realidad, y que le daba contenido a esa etérea condición de "ser latinos".

Fania dejó de ser un sello discográfico marginal y se convirtió en el gran negocio de la música latina. El concierto del Cheetah fue tan exitoso que, de ahí en adelante, Fania fichó a cuanto músico latino andaba suelto, absorbió el catálogo de otros sellos latinos y se lanzó a organizar un megaconcierto para cincuenta mil personas en el Yankee Stadium de Nueva York.
Este concierto, al igual que el del Cheetah, debía servir para grabar otros dos elepés, una nueva película y, con ello, lanzarse a la conquista del mercado americano y mundial.

La cita tuvo lugar el 24 de agosto de 1973 y el cartel estaba compuesto por la Típica 73, Mongo Santamaría, el Gran Combo de Puerto Rico y la Fania All Stars. La fiesta tenía todos los ingredientes para convertirse en el Woodstock latino.

El Yankee se llenó y León Gast, el fotógrafo que había filmado las imágenes de OUR Litin Thing, estaba preparado para la nueva película. Las tres primeras orquestas del programa salieron y actuaron sin problemas, la gente estaba exultante de emoción, sudor, alcohol, baile y orgullo latino.

Todos esperaban con ansia la actuación de los héroes del momento, la Fania ALL Stars, pero; como era previsible, cuando las estrellas Fania iniciaron su presentación, la gente rompió las vallas de seguridad, invadió en tromba el estadio y, ante el peligro que ello representaba, se suspendió la actuación y ¡todos pa'casa!

Pese al cuasi-fracaso, Fania Records editó y puso en circulación un doble elepé titulado Fania Live At The Yankee Stadium, una estafa piadosa, pues, en efecto, era la Fania AII Stars en vivo, pero no en el Yankee sino en el Coliseo Roberto Clemente de Puerto Rico. ¡Malicia latina, compadre!

Asimismo, nuestros brokers Pacheco y Masucci decidieron montar una película con las tomas realizadas por León Gast en el Yankee, junto a imágenes hollywoodenses del glamour latino de los años treinta, cuarenta y cincuenta, Las imágenes de El Barrio, con sus niños harapientos, la pobreza y suciedad de las calles, y el vacilón esquinero de los latinos en general y de los músicos en particular, desaparecieron por arte de magia en la nueva película para que la gente que no pertenecía a nuestra cosa no se asustara.

Pero, hasta las capas medias y altas de la sociedad, que habían conocido Our Latin Thing, detectaron la manipulación y la claudicación de Fania en esta nueva entrega fílmica.

La nueva cinta se tituló simplemente SALSA y, aunque no tenía la fuerza y honradez de la primera, su éxito fue total. A partir de este momento, el sonido de la nueva música latina se dio a conocer en todo el mundo con el nombre de salsa, un nombre o etiqueta comercial que ha generado múltiples discusiones, pero que, se llame como se llame la música a la que se refiere, se trata de una sonoridad distinta a todos los ritmos caribeños que tienen nombre propio.

La salsa, nace durante los años sesenta en Nueva York, concretamente en el Spanish Harlem, más conocido como El Barrio, y no es un género musical definido como el son, la plena o la cumbia, sino un movimiento sociocultural urbano, sintetizado en una expresión musical, creada y desarrollada por los emigrantes del Caribe y algunos músicos norteamericanos identificados con el pathos latino y seducidos por los ritmos de Cuba y Puerto Rico.

Como suele ocurrir con la mayoría de las músicas populares y tradicionales del mundo, en el tiempo y la distancia se pierde en el horizonte los orígenes, raíces y gestación de la salsa.

Salta siempre la eterna discusión y la pregunta ¿Quién usó primero la palabra Salsa?
Pues bien, todo parece ser teorías, hipótesis, suposiciones, especulaciones, en fin.

La Salsa como expresión musical y social fue atacada desde muchos flancos, tanto musicales como sociales. Sus detractores alegaban que: "era música cubana vieja y poco innovadora", "era música de barrio de mala muerte", "era música sin contenido y simplista" y mil frases más, que está de más citar en este momento. Ataques similares sufrieron en su origen otros géneros de la música popular como el Tango, el Jazz y el Rock, pero luego se convirtieron en expresiones musicales dignas de investigación.

La salsa, se había fraguado a mediados de los años sesenta, pero no se llamó salsa hasta que en 1975 se publicó la segunda película de Fania bajo dicho nombre.

La palabra se había estado utilizando desde 1962 por músicos como Joe Cuba (Salsa y bembé), Ray Barretto (Salsa y dulzura), Charlie Palmieri (Salsa na'ma), Los Hermanos Lebrón (Salsa y control), Cal Tjader (Salsa del alma), y Pupi Legarreta (Salsa nueva), entre otros.

Pero es a partir de 1975 que la palabra se convierte en el nombre oficial y comercial del fenómeno, una marca registrada oficialmente por la compañía Fania.

Es también a partir de este momento que se desatan las iras, incongruencias y debates acerca del nombre del nuevo fenómeno musical, aunque el tiempo se ha encargado de poner las cosas en su sitio y, hoy en día, tanto los músicos cubanos como sus musicólogos, que fueron durante años los principales detractores de la expresión, aceptan las características del fenómeno.

Helio Orovio, autor del imprescindible Diccionario de la música cubana, admite en una obra reciente que la salsa "es una música de fusión, de mezcla, ajiaco de elementos caribeños, con aportes del jazz, el samba, el rock, el reggae, y aunque nunca ha renegado de sus ancestros cubanos, es un fenómeno musical con fisonomía propia".

Discusiones aparte, es muy importante dejar claro que cuando se bautizó a la criatura, ésta ya estaba bastante crecidita e, incluso, había adquirido algunos vicios impropios de su edad que, a la postre, le perjudicaron la adolescencia y la madurez.
Con poco más de diez añitos (de edad, no de bautizada), la traviesa criatura fue víctima de estupro y otras vejaciones por parte de sus padrinos. No obstante esto, la salsa vivió su boom internacional entre 1973 y 1980, aproximadamente.

La juventud, el lumpen, el proletariado y los oídos sensibles de las clases media y alta de toda América Latina se identificaron de forma inmediata con la salsa y la hicieron suya ¡con todas sus consecuencias!
Los músicos y las orquestas se multiplicaron en toda la zona del Caribe, Fania monopolizó la industria y, como fiel negocio capitalista a la americana, aplicó las leyes del mercado de forma implacable a sus obreros (léase músicos), dictando lo que se podía grabar (léase vender) y lo que no.

La demanda del mercado obligó a producir en serie, se abrieron tiendas de discos especializadas en salsa, las discotecas se dividieron entre las tradicionales de baile y las salsotecas, y los consumidores, a su vez, se dividieron en bailarines y salseros.

A los músicos estrictamente salseros se unieron los viejos músicos latinos, aquellos que desde los años cuarenta habían impuesto el son, el mambo y el chachachá. Estos, que tenían más preparación técnica y más experiencia, entraron en la salsa a regañadientes, pues les parecía un sonido blasfemo y ruidoso, pero la gente lo que quería era salsa na'ma y no tuvieron otra alternativa que tocarla.

Los músicos de la vieja guardia tenían algo de razón en sus críticas y observaciones, pero no entendían que la salsa era un fenómeno cuyas causas y consecuencias estaban más allá de lo musical. Es cierto que la mayoría de los músicos salseros no tenían una gran preparación técnica, pero en la expresión importaba mucho más lo que éstos tenían que decir que la formación musical o el virtuosismo.

Quien escuche las primeras producciones de Joe Cuba, Willie Colón o Ángel Canales comprobará las carencias técnicas de los instrumentistas e, incluso, de los cantantes, aunque esta evidencia queda eclipsada por la fuerza, la honradez, la alegría y la rabia con que están atacados los temas.
y en salsa esto es lo que cuenta. ¡Quema ya!.

El boom estuvo comandado por las producciones de Fania, pero, paralelo a su monopolio, varios músicos y orquestas desarrollaron su trabajo de forma independiente y con criterios menos comerciales.

Al mismo tiempo, la salsa se desarrolló con fuerza en Puerto Rico y Venezuela. Entre las producciones independientes cabe destacar el trabajo de Ismael Rivera, Eddie Palmieri, Gran Combo de Puerto Rico, Willie Rosario, Richie Ray, Puerto Rico All Stars, El Trabuco Venezolano, Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino, Joe Cuba, Orquesta Broadway, Ángel Canales, Henry Fiol, Conjunto Clásico, Raphy Leavitt, Conjunto Libre y Dimensión Latina etc.

Entre las producciones independientes y las de Fania se abasteció la demanda del mercado salsero, pero la inspiración no daba para tanto y, en consecuencia, de cada cinco discos empezaron a salir tres de café y dos de azúcar.

A los músicos latinos triunfantes se les salió de las manos el éxito y cayeron rápidamente en el abuso de las drogas y la pereza creativa.

La Fania, en su afán de conquistar a los blanquitos, perdón, el dinero de los blanquitos, puso a sus estrellas a flirtear de forma inconsecuente con el soul, el rock y la música disco, terminando en un callejón cuya única salida era la música cubana. Aquí se inicia lo que se conoce como período matancerizante de la salsa.

Ante la sequía creativa, algunos músicos acuden al baúl inagotable de la guaracha cubana, principalmente a los repertorios de la Orquesta Aragón, el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro, el trío Matamoros, el inagotable de Arsenio Rodríguez y La Sonora Matancera. Esta última, además de tener obras de gran factura rítmica, era conocida en toda América Latina y EE.UU

La Matancera había difundido con éxito un estilo sonoro y bailable que resultaba infalible y esto garantizaba, a los salseros que acudían a dicho repertorio y estilo, un mercado y abierto. También se crearon temas nuevos, pero con arreglos al estilo de La Sonora Matancera, abandonando el sonido de El Barrio, es decir, el de la salsa.

Es a este período al que se aferran los críticos cubanos para menospreciar la salsa, sin tener en cuenta la coyuntura en que dicho período surgió y desconociendo por completo el cuento que ya he relatado hasta aquí y sus protagonistas verdaderos.

La crisis que le sobrevino a la salsa con el boom fue lastimosa en ese momento, pero lo peor vendría después, la conversión de la expresión del barrio en pop puro y banal, y la derivación del sonido fuerte hacia el bagalao caribeño. Tal y como están hoy las cosas, hasta el sonido matancerizante parece sublime. ¡Vivir para oír!

La debacle se salvó, momentáneamente, por la irrupción en la escena del cantante y compositor panameño Rubén Blades quien, en 1978, publicó el disco Siembra, con la orquesta de Willie Colón. El panameño ya había grabado cinco elepés anteriores, pero hasta que no se publicó Siembra, no pegó fuerte. "Chica plástico", "Pedro Navaja" y "Siembra", que le daba título a todo el elepé, fueron tres éxitos rotundos.

Con estos temas se oficializa el período de la "salsa conciencia", aquélla que asumía en sus textos, de forma clara, poética y alegre, las reivindicaciones sociales de América Latina, aquélla que denunciaba la penetración cultural, económica y militar del imperialismo yanqui, aquella que acusaba a los dictadores militares y, por último, aquella que llamaba a la unidad de los latinos, pero guarachando.

Rubén Blades, además de su formación académica y su sensibilidad como poeta urbano, contó a su favor con el sentimiento revolucionario que vivía el continente. Pero la salsa "conciencia" ya tenía sus precedentes en Puerto Rico con el músico Fran Ferrer y sus producciones Puerto Rico 2010 y Puerto Rico 2013 {Yerbabruja}, dos discos que, para la época, no sólo eran conscientes sino subversivos.
En ellos se llamaba directamente a la huelga general, a la lucha independentista y a la revolución socialista. Y todo ello, dentro de una sonoridad salsera sui generis y vanguardista. Un sonido que ahora, veinticinco años después, parece actual. ¡Honor a quien honor merece! El propio Fran Ferrer sería el encargado de demostrar, en 1993, con su producción Descarga Boricua, que aún se puede hacer salsa brava y orgullosa en los albores del siglo XXI.

Por otra parte, la salsa ya era revolucionaria desde sus inicios, y no porque en sus textos incitara a la revolución sino por su carácter auténtico, su extracción social, sus innovaciones musicales, su confrontación cultural con los valores burgueses, su anarquía, su rabia y su orgullo.

Sus protagonistas no declaraban "¡patria o muerte!", proclamaban "¡salsa y placer hasta el amanecer!" y eran revolucionarios. Con estas características, encontramos obras memorables de Eddie Palmieri, Ray Barretto, Larry Harlow, Roberto Roena, Bobby Valentín, Cheo Feliciano, etc.


En este contexto, Rubén Blades pudo trabajar sus nuevas obras con más confianza y brindar a los latinos ya la humanidad temas de gran sensibilidad y afinque. Ésta fue la onda sabrosa y memorable de Rubén hasta 1983.

A partir de ese momento, abandona a la Fania, a Willie Colón y a la sabrosura. Se mantiene en su discurso "conciente", pero su nueva música no tiene el swing de la calle, se hace más de salón, en concomitancia con la moda de la "canción protesta" latinoamericana y la "nueva trova cubana", dos sonoridades que resultan patéticas para los oídos acostumbrados a la clave y el bongó jugando con el trombón.

La salsa brava de Blades salvó económicamente a la Fania y culturalmente a la propia salsa, pero, de nuevo otro fantasma recorría las calles, el fantasma de la balada española, un género de amplio y hondo arraigo en América Latina, que tiene en las mujeres su cliente más fiel y arcaico. ¡Lo que nos faltaba! Julio Iglesias y José Luis Perales en salsa! ¡Tremendo swing! y ¡tremendo negocio!

Ajústense los cinturones, escondan las armas, y prepárense a conocer algunos detalles de nuestra capitulación rítmica y cultural, pero no se enfaden, estas cosas pasan, incluso, en las mejores familias.

Esta caída en picado de la salsa en las mansas, pulcras y planchadas sábanas de la balada (las de la salsa siempre estuvieron manchadas y arrugadas), es su historia más triste y dolorosa. No sólo por la claudicación cultural y rítmica que supuso, sino porque el culpable visible del invento, Louie Ramírez, era hasta ese momento uno de los músicos más completos y vanguardistas de la música latina.

Ramírez fue el culpable visible y esto debe ser bien leído, pues a su iniciativa se adhirieron sin reservas decenas de músicos y, lo que es peor, millones de consumidores, hombres y mujeres, gente del barrio y del bonche, gente que sigue en las mismas condiciones o peores que cuando surgió la salsa.

Así pues, hay más de un culpable y, seguramente, lo que Ramírez pretendía era tan sólo divertirse, aprovechar su gran genio, tomarle el pelo a las baladas de Manuel Alejandro y cagarse de la risa al oírlas en clave.

¡¿Por qué no?!

Lo jodido es que, si fue una broma, la gente se la tomó en serio y, cuando Ramírez publicó Noche caliente, en 1982, el disco tuvo un éxito tremendo.
El disco de autos contenía baladas famosas de compositores españoles y latinoamericanos, cuadradas en clave e interpretadas por tres soberbios soneros como eran Ray de la Paz, Tito Allen y José Alberto "El Canario".

El producto conectó de forma inmediata con el gusto femenino y se vendió como el pan, que es cosa de mujeres, y no como el maní, que es cosa de hombres. Hasta ese momento, las mujeres, en general, habían participado en la salsa como invitadas de piedra, iban a la rumba por su amor incondicional al hombre, y por su gusto ancestral por el baile, pero no sufrían la catarsis que experimentaban los rumberos.

Esta catarsis, duele decirlo, se la proporcionó a las mujeres la balada en clave. Y si quieren comprobarlo, observen las inequívocas reacciones que experimentan las jevitas frente a un tema de Eddie Palmieri, o un tema del actual Gilberto Santa Rosa.

La fórmula de Ramírez fue asumida, secundada Y explotada de inmediato por la gran mayoría de los músicos de la salsa clásica y por la totalidad de los nuevos.

La competencia, estímulo y emulación que representaron el rock, el jazz y el soul para la música latina en su momento, se limitaba ahora a la emulsión con un género baladí: la balada.

Desde la salida del disco Noche caliente hasta hoy, la música latina, que se vende como salsa, salvo honrosas excepciones, es pura y simplemente pop latino.

A partir de la década de los ochentas han surgido nuevas figuras con un toque juvenil, romántico y hasta sensual. Algunas de las viejas glorias de la llamada salsa vieja o salsa dura, han tenido que adaptarse a los nuevos formatos stándares impuestos por el comercio y la radio con fines lucrativos.
Las temáticas se concentraron en el romanticismo, la presencia y la pinta del cantante principal ha sido fundamental a la hora de promover nuevas estrellas.

En el plano musical, se introdujo el sintetizador, la batería en algunos casos, guitarras y otros instrumentos melódicos para acompañar lo que se ha denominado la salsa “Monga”,
o salsa “Romántica”, las introducciones parecen baladas y los formatos instrumentales cayeron en la monotonía y repetición. De cualquier forma no se puede afirmar que lo que se ha hecho en estos últimos 20 años ha sido malo o mediocre, tal vez la crítica puede venir por el afán mercantil, el facilismo, la plasticidad con que se ha manejado este negocio, pues el arte y la magia salsera de años atrás, el sabor del barrio y las inspiraciones auténticas dieron paso a nuevas tendencias ficticias.

Hoy en día los empresarios para poder promocionar a un cantante primero miran su apariencia física así sea desafinado y sin sabor ni mucho menos sonero. La mayoría de temas de salsa son de corte romántico y se ha perdido aquel sabor y variedad de ritmos de otrora tiempos.

Podríamos decir que la salsa a partir de los ochentas salvo algunas excepciones, se encasilló en la monotonía del ritmo de la guaracha disfrazada de balada. Las disqueras promueven artistas plásticos y gomelos para llegarle al mercado juvenil, para que la salsa la oiga el doctor, el ejecutivo, la secretaria, en fin un estrato social alto, dejando de lado a los soneros natos, a los bravos del ritmo, en fin, a la barriada.

La salsa romántica subió el nivel en cuanto al aspecto armónico, se usan giros y progresiones enriquecidas de acuerdo a la temática, los tumbaos del piano son muy rítmicos, se usan muchas inversiones y acordes agregados, el bajo o el baby también juegan un papel preponderante a la hora de los arreglos cabrones, la sección de brass es decir, trompetas y trombones manejan líneas contrapuntíscas avanzadas, la sección rítmica percutiva ha entrado en el concepto de “afinque” o “apriete”, que quiere decir que entre más parejo, constante o limpio suene la base o la marcha, sonara mejor la agrupación o sea sin tanto reguero.

De cualquier forma, la salsa no morirá pese a la globalización y a las tendencias capitalistas de imponer ritmos desechables y de modas pasajeras, hay público para todos los gustos, unos vieja guardia o clásicos y otros modernos o de vanguardia. Habrá gente que considere que lo mejor de la salsa fue la época dorada de los sesentas y setentas es decir la salsa dura, otros sostienen que como todo arte debe evolucionar con nuevas propuestas, sonoridades, temáticas etc.