
Se sigue discutiendo la paternidad del nombre con respecto a la música. Se tejen hipótesis: En 1928 el compositor cubano Ignacio Piñeiro compuso el son “Échale Salsita”, el maestro Cheo Marquetti por los años 40 dirigió la orquesta “Los Salseros”, la “rumba” fue el nombre, equivocado en la forma, no en el sentimiento, que le dieron a la conga y a la guaracha cubana que para los años cuarentas se le denominaba Afro-son o música afroantillana. Benny Moré decía "Salsa" en sus temas, para sugerirles a sus músicos que tocaran con más sabor.
La palabra se había estado utilizando desde 1962 por músicos como Joe Cuba (Salsa y bembé), Ray Barretto (Salsa y dulzura), Charlie Palmieri (Salsa na'ma), Los Hermanos Lebrón (Salsa y control), Cal Tjader (Salsa del alma), y Pupi Legarreta (Salsa nueva), entre otros.
Muchos indican que el término Salsa fue acuñado en 1966 por Phidias Danilo Escalona, locutor venezolano que emitía el programa La hora del sabor, la salsa y el bembé, en la Radiodifusora Nacional de Venezuela, en los años cincuentas, otros afirman que apareció en el primer larga duración de Federico y su Combo, titulado Llegó la Salsa, y que fue lanzado al mercado internacional publicado en 1966.
La salsa tomó auge por los años sesenta en Nueva York, concretamente en el Spanish Harlem, más conocido como El Barrio. La década de los sesentas fue definitiva para la consolidación del género salsero. Las películas “Nuestra cosa Latina" y "Salsa", de León Gast sobre este género en 1967 que Jhony Pacheco y Jerry Massucci organizaron, difundieron y expandieron el movimiento salsero en Latinoamérica. El disco fue la clave para conseguir un público en todo el continente americano, y aquél partió, en sus inicios, del sello Fania.
Helio Orovio, autor del Diccionario de la música cubana, admite en una obra que la salsa "es una música de fusión, de mezcla, ajiaco de elementos caribeños, con aportes del jazz, el samba, el rock, el reggae, y aunque nunca ha renegado de sus ancestros cubanos, es un fenómeno musical con fisonomía propia".

La salsa ha sido definida por algunos expertos como la Crónica del Caribe urbano, un movimiento sociocultural sintetizado en una expresión musical de origen marginal creada y desarrollada por los emigrantes del Caribe, latinoamericanos y algunos músicos norteamericanos identificados con el pathos latino y seducidos especialmente por los estilos musicales afrocubanos, caribeños, iberoamericanos y afro norteamericanos, no obstante su actual universalización.
La “Salsa” como todas las músicas populares ha tenido transformaciones sustanciales en las últimas décadas. Fundamentalmente se podría hablar de “Salsa Clásica y Salsa Moderna”.
La primera es conocida como la Salsa tradicional, “vieja”, “Dura”, “Tesa”, “caliente”, “malandra”, cuyas temáticas se referían a hechos callejeros, de barriadas, de clases sociales marginadas, de desengaños, de penas, de tiroteos, atracos, etc.
La segunda se conoce como salsa romántica, “Salsa Balada”, “erótica”, “monga”, “catre”, “sensual”, “rosa”, cuyo objetivo comercial se concentra en el romanticismo y el erotismo.
En Colombia, la música popular del Gran Caribe conocida genéricamente como “Música Afrocubana”, “Música Antillana”, “Música Latina”, “Música Caliente”, “Música Tropical”, y en los últimos tiempos como el complejo de la “Salsa”, se introdujo principalmente por la llegada de la industria discográfica, la radiodifusión, la industria cinematográfica, lo mismo que las giras de artistas y agrupaciones que por ese entonces visitaron el país.
Ahora bien, se precisa distinguir con fines pedagógicos dos aspectos fundamentales: Formas y formatos musicales.
Las formas musicales se conocen en el lenguaje popular como “ritmos”, los cuales en realidad son géneros populares latinoamericanos, anglosajones e hibridaciones, tales como el son montuno, Danzón, la rumba (yambu, guaguancó, columbia), la guaracha, changüí, pilón, el punto, comparsa, aguinaldo, seis, jaleo, palo, batanga, calypso, bembé., abakua, ñañigo, trova, pacá, la guajira, el bolero, baquiné, sucusucu, mambo, Mozambique, chachachá, pachanga, plena, bomba, Mapeyé, oriza, caballo, picadillo, songo, timba, Jam Sessions o descarga, merengue, jala jala, shing a ling, boogaloo, cumbia, currulao, Samba, bossa Nova, blues, soul, rock and roll, etc.
Los formatos instrumentales son las agrupaciones o ensambles musicales que constan de elementos organológicos. Así por ejemplo se habla de Dueto, usualmente con dos guitarras (los compadres), de Trío com dos cuerdas y maracas (Matamoros), Cuarteto, Quinteto, Sexteto (Sexteto Habanero), Septeto con una trompeta con sordina (Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro), la Sonora se caracteriza por tener en su sección de vientos las trompetas (sonora matancera), el Combo fue una reducción de las grandes agrupaciones por motivos económicos (El gran combo de Puerto Rico), el Conjunto no tiene timbal, es indispensable el tres (Arsenio Rodríguez), la Charanga latina o Típica tiene su origen de la francesa, incluye flauta, violines, violas, contrabajo, timbales o pailas, güiro, tumbadoras y piano (Broadway),el Charangón reforzado con trombones y percusión santera (Elio Revé), las Orquestas salseras se han unificado en el formato con la inclusión de metales (trompetas y trombones), además de percusión latina (Guayacán Orquesta), la Big Band Latina es un formato parecido a las grande banda de jazz norteamericanas pero que incluyen percusión latina (Machito).
La música caribeña es, una de las contribuciones más importantes que ha hecho el Caribe a la humanidad. Más allá de su hábitat natural, el son cubano, el reggae y el calypso, por mencionar sólo tres géneros musicales caribeños, han ejercido una gran influencia en la música del mundo, a lo largo y ancho del siglo XX, y han puesto a gozar a millones de personas en todo el planeta.
Otros géneros no caribeños como el tango y el samba, de profunda raíz negra, estructura poli rítmica y carácter urbano, también han contribuido lo suyo, pero cuando se habla de música caribeña, nos referimos a la tradición musical y ritmos de Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y las zonas costeñas de Colombia, Panamá y Venezuela, bañadas por el mar Caribe.
Éstos son, de forma estricta y restringida, los países y las zonas que le han dado contenido a esa suerte de denominación de origen conocida en el mundo como "música caribeña”, una denominación que abarca el son, el mambo, el chachachá, el bolero, el merengue, la plena, la bomba, la gaita, el tamborito, la cumbia , el vallenato como los géneros más destacados, entre más de cien ritmos caribeños, que, como veremos más adelante, sirvieron de columna vertebral a la salsa en sus orígenes, allá por los años sesenta, en la gran urbe latino-caribeña llamada Nueva York.
Pero antes de adentramos en el fenómeno de la salsa, es de capital importancia anotar algunos rasgos de la cultura musical del Caribe, pues en ellos está la clave del fenómeno y, para entendernos, debemos remitirnos a la hora misma del descubrimiento de América.
Ya en las primeras crónicas de Indias, los conquistadores informaron puntualmente al Papa y a los Reyes de que los nativos del Nuevo Mundo, del Caribe, tenían por costumbre reunirse a cantar, bailar, beber, fumar y comer durante horas y horas.
Una de estas rumbas era conocida como areíto entre los indios taínos que poblaban algunas zonas de Centroamérica.
Según la descripción del antropólogo cubano Fernando Ortiz: "Los areítos eran la compleja forma que tomaba entre los indios el fenómeno social que hoy decimos 'fiesta', la cual era entre ellos una institución de gran importancia. No solamente como goce de un excitante placer colectivo que enfocaba los anhelos y energías del grupo humano durante el tiempo de la espera y de la realización.
Era una ocasión de establecer y estrechar relaciones no sólo entre los miembros indígenas de la misma tribu, sino entre las alienígenas o de tribus vecinas; y asimismo, entre las autoridades y los gobernados.
El areíto era también una importante función social de sentido económico. Ante todo, porque era la manera de formalizar el concierto de las fuerzas individuales para una empresa de trabajo colectivo, como la tumba de monte, la siembra, la fabricación de una casa, de un templo, de un batey, de un pueblo o de una gran canoa, la realización de una gran ceremonia sacro mágica que asegurase las cosechas o las lluvias y ahuyentase los desastres como el huracán, etc."
Aunque los rastros del areíto se pierden en la noche de la conquista aquí nos sirve su referencia para informar acerca del talante fiestero que ya tenían los habitantes del Caribe y, más importante aún que dicho talante es su permeabilidad social, su disponibilidad hacia lo extranjero y su generosidad, un rasgo muy importante a tener en cuenta en el posterior desarrollo musical, pues una constante en la historia de la música caribeña hasta nuestros días es su asombrosa capacidad de asimilación, mezcla y adaptación de los ritmos de otras culturas que, en el caso específico de la salsa, resulta exponencial.
Algo de este talante se le olvidó extirpar a los conquistadores, pues desde entonces y hasta nuestros días la rumba sigue presente en el ADN de todos los caribeños y, en general, de todos los latinos.
Los conquistadores llegaron y arrollaron, pero una vez superados los primeros fragores de la lucha y el sometimiento colonialista, de la polvareda empezaron a surgir las afinidades y necesidades musicales de los vencidos para tratar de atenuar las extenuantes jornadas laborales, para rendir tributo a los dioses o, sencillamente, para tratar de mitigar tanta desgracia junta.
Y si no te gusta como te lo estoy diciendo, escucha cómo te lo canta Héctor Casanova: “No creas que porque canto es que me he vuelto loco, yo canto porque el que canta dice mucho y sufre poco." También Héctor Lavoe confirma lo dicho en este párrafo: "Cantando olvido mis penas y también los sinsabores.”
Aquí empiezan a fraguarse, en medio de la humillación y el expolio, mediatizados por el dolor y la esperanza, los ritmos y géneros musicales que hoy en día se conocen como música caribeña.
Una música mestiza, mezcla de razas y razones, pero sobre todo mulata. Un chiste, más o menos difundido, se burla de las nulas aportaciones que España ha hecho a la humanidad y refiere, entre otros fracasos, que los españoles quisieron inventar el sombrero y les salió la boina, que quisieron inventar el zapato y sólo les salió la alpargata, pero en cambio les salió, sin proponérselo, un invento sabroso y definitivo para la alegría de toda la humanidad: el mulato.
En el mulato o, mejor aún, en el mulataje, se sintetizan los dos componentes básicos de la música caribeña: la melodía y la armonía de la tradición musical europea, principalmente la española, italiana, francesa e inglesa, y la polirrítmia africana con su sentido del canto y el baile, aportada por los cerca de cincuenta millones de esclavos arrancados del África y transplantados al Nuevo Mundo.
Pero, además de estos componentes básicos, hay otro no menos importante y definitivo: la religión. Por una parte, el monoteísmo y santoral católico, con sus liturgias y cánticos y, por otra, el politeísmo africano con sus toques de tambor, sus danzas y su alegre cosmogonía.
En certeras palabras del musicólogo César Pagano, la religión africana es "la única religión que se baila". En esto coincidimos con otro gran politeísta, el psicólogo alemán F. Nietzsche, quien escribió: "Yo sólo podría creer en un Dios que fuera bailarín.
Sin detenernos en las truculencias de la conquista y, menos aún, en las atrocidades inherentes a la evangelización de indios y negros en el Caribe, es importante señalar que, con sus cánticos e instrumentos, la religión católica posibilitó cierto desarrollo musical en los nuevos y obligados fieles quienes, además de acceder a las técnicas vocales y a los secretos de la escala musical, introdujeron de forma sutil, natural e inevitable, su propia sensibilidad musical y religiosa.
Al mismo tiempo, la población negra y mulata alternaba convenientemente la misa católica con el bembé yoruba, bantú o arará, es decir, las fiestas religiosas africanas donde, a su vez, empezaron a mezclarse de forma sutil, natural e inevitable, los elementos de la cosmogonía europea.
A todo este proceso de adaptación, mezcla y lucha, de confrontación íntima de las dos visiones del mundo, se le ha llamado transculturación y, aunque sus consecuencias se reflejan en todos los ámbitos socio-culturales del Caribe, es en la música donde tiene sus resultados más complejos, admirables y perdurables.
El propio Tite Curet, refiriéndose a la música caribeña, sostiene que los conquistadores ya traían en su música elementos africanos, pues no debemos olvidar los ocho siglos de dominio árabe en Andalucía: "Los moros llevaron un tipo de música que fue la que España trajo para acá.

Existe entonces el encuentro grande, cuando los esclavos africanos se encuentran con los españoles que, en otras generaciones, habían conocido por allá. Es como decir 'Hola, cuánto tiempo hacía que no te veía, ahora que estamos acá vamos a hacer unas musiquitas', y entonces el encuentro ese que hubo entre África y España otra vez ¡aquí!, creó cosas como el bolero y todo eso.
En las primeras rumbas de los esclavos, al toque de tambor y al canto se añadió un nuevo instrumento, las cajas en que venía embalsado el bacalao que era el principal alimento suministrado por los esclavistas.
Estas cajas de madera se tocaban con unos palitos o baquetas para enriquecer la polirrítmia, sin importar que tal instrumento fuera símbolo de la humillación. Otro artilugio esclavista, la campana, que con sus diferentes golpes constituía un complejo lenguaje de comunicación entre el mayoral y los trabajadores, se vinculó a la música, en la sección de percusión menor, para acentuar el mambo de los temas.
Su desarrollo posterior ha sido espectacular y, en la actualidad, la campana se ha diversificado en varios modelos y funciones en la música de todo el mundo.
Si, como se dice, "sin clave y bongó no hay son", también podemos afirmar que sin campana y trombón no hay salsa.
En definitiva, el Caribe ha estado y está siempre de rumba, porque la rumba, además de ser el nombre genérico de varios ritmos de Cuba y el Caribe, es también la palabra mágica que sintetiza la gozadera latina. La rumba es la fiesta total, donde se bebe, se baila, se ama, se come y, en primera y última instancia, se celebra la existencia, porque, como lo dice Roberto Roena y su Apollo Sound: "Lo que me vayan a dar, que me lo den en vida", sin olvidar que "después de muerto, no se puede gozar" (Gran Combo de Puerto Rico).
El Caribe no ha participado en la carrera espacial, tampoco en el desarrollo científico y tecnológico, pero, con su rumba y su música, ha contribuido a contrarrestar el estrés que le ha sobrevenido a la humanidad como consecuencia del desenfreno capitalista.
París era una fiesta, pero el Caribe es una rumba. Por tanto, siempre nos quedará La Habana, San Juan, Caracas, Puerto Plata, Colón, Barranquilla, Matanzas o Nueva York. ¡Pura candela!
Algunos músicos y musicólogos refractarios han dicho que la salsa no existe, que salsa es la que se le pone a los espaguetis y al arroz. El Caribe está lleno de gourmets, pero los chefs son cubanos ¡y qué chefs, caballeros! Cuba se ha empeñado en abastecer de caña a toda la humanidad, cuando lo que realmente podría hacer, Y con creces, es abastecer de música a toda la tierra.
De Cuba es el guaguancó, el son, la guaracha, el danzón, el bolero, el chachachá, el mambo Y la pachanga. ¡Vaya menú!
El Caribe no ha participado en la carrera espacial, tampoco en el desarrollo científico y tecnológico, pero, con su rumba y su música, ha contribuido a contrarrestar el estrés que le ha sobrevenido a la humanidad como consecuencia del desenfreno capitalista.
París era una fiesta, pero el Caribe es una rumba. Por tanto, siempre nos quedará La Habana, San Juan, Caracas, Puerto Plata, Colón, Barranquilla, Matanzas o Nueva York. ¡Pura candela!
Algunos músicos y musicólogos refractarios han dicho que la salsa no existe, que salsa es la que se le pone a los espaguetis y al arroz. El Caribe está lleno de gourmets, pero los chefs son cubanos ¡y qué chefs, caballeros! Cuba se ha empeñado en abastecer de caña a toda la humanidad, cuando lo que realmente podría hacer, Y con creces, es abastecer de música a toda la tierra.
De Cuba es el guaguancó, el son, la guaracha, el danzón, el bolero, el chachachá, el mambo Y la pachanga. ¡Vaya menú!
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